Muchacha en una ventana (Salvador Dalí 1925)

jueves, 21 de abril de 2011

LAS TRIBULACIONES DEL PAPA


   A pesar de que no tengo muchas reservas para pensar que lo que verdaderamente debe de estar causando inquietud y preocupación en la Iglesia Católica, y, por ende, a su máximo representante, el Papa Benedicto XVI, es la delicada situación por la que está atravesando esta Institución, cuestionada desde muchos ámbitos de la sociedad, con multitud de escándalos a sus espaldas, enfrentada con una corriente de laicismo creciente, con los seminarios prácticamente desiertos por la progresiva pérdida de vocaciones, y con la asignatura pendiente de realizar una serena y exhaustiva reflexión interna que le permita abordar la profunda renovación que sus sectores más críticos le demandan, algunas manifestaciones y declaraciones, procedentes de sus más altas esferas, parecen indicar lo contrario.

    Si ya en diciembre del año 2007, durante la celebración de las Navidades, el mismo Benedicto XVI sorprendió a los católicos con la instalación de un Belén que se apartaba diametralmente del concepto que a través de los siglos ha estado tan profundamente arraigado en la comunidad cristiana, cuestionando el nacimiento de Jesús en el humilde portal para situarlo en un ambiente mucho más acomodado de la localidad Galilea de Nazaret, con gran disgusto para todas las agrupaciones belenísticas que se verán forzadas a guardar la mula, la vaca, ovejas, pastores y demás ingredientes típicos y tradicionales, en el cajón de los recuerdos. Ahora, cuando estamos en la antesala de la Semana Santa, parece sugerir que también se debe cambiar otra costumbre ancestral al situar la última cena de Jesús con sus apóstoles en martes, en lugar del jueves que siempre se había considerado, asunto que, de llevarse a cabo, supondrá cambiar todo el calendario litúrgico y procesional de estas celebraciones religiosas, lo que, a buen seguro, generará nuevas controversias, sin que de ello se derive ningún beneficio para la Iglesia Católica.

    Si bien es verdad que, en los anteriores casos, el Papa no se manifiesta con la autoridad doctrinal de Pontífice, no deja de tener la suficiente autoridad moral para que todos sus escritos y declaraciones se tomen en cuenta. Lo que más llama la atención es que estas interpretaciones de Benedicto XVI estén influenciadas por el libro “Un judío marginal. Nueva visión del Jesús histórico”, publicado por el escritor estadounidense John P. Meier, aunque esté considerado como una de las mejores obras publicadas en los últimos tiempos sobre el Nuevo Testamento. Mal tiene que estar el Vaticano para tener que documentarse sobre temas que le son tan propios a través de analistas externos, aunque sean tan autorizados como el que se menciona, y poca inteligencia denota al tratar de cambiar hábitos que, formando ya parte del acervo cristiano desde hace dos milenios, nadie pide ni desea modificar.

    No sé lo que el actual Papa nos deparará en próximas declaraciones y/o reflexiones, pero, por desgracia, probablemente no será lo que realmente se espera. Si dejando aparcado lo esencial se siguen centrando solo en lo accidental, en lo superfluo, no solo no se conseguirá frenar la progresiva pérdida de aceptación social que el catolicismo viene experimentando en los últimos tiempos, sino que se pondrá en peligro hasta su propia supervivencia.

C. Díaz Fdez.
Oviedo, 18 de abril de 2011


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