Muchacha en una ventana (Salvador Dalí 1925)

lunes, 4 de junio de 2018

CARTA DE DESPEDIDA A MARIANO RAJOY



ADIÓS MARIANO, ADIÓS

Los gloriosos tiempos de la Moncloa
Te has ido, o mejor dicho, te han echado, saliendo por la puerta de atrás, dejando al timón de España a un Presidente apoyado por un abigarrado conjunto de partidos que, junto con el Gobierno que diseñe, es bastante probable nos deparare un final de Legislatura de infarto. Sólo nos queda rogar para que el camino a recorrer hasta las próximas elecciones sea corto, que los destrozos en términos económicos y políticos que se puedan producir hasta entonces sean fácilmente reversibles, y que los españoles, en ese tiempo de transición, hayan alcanzado la madurez suficiente para acudir a las urnas con las ideas claras, sin dejarse seducir por cantos de sirena, sabiendo utilizar su sufragio de la forma más útil posible para conformar un Parlamento que pueda responder con eficacia a las necesidades reales del país y sus ciudadanos. No has tenido la generosidad de presentar a tiempo tu dimisión, tal como te aconsejaron  las personas que con más visión de Estado has tenido la suerte de tener como colaboradores, lo que hubiera abortado la moción de censura y la oportunidad de presentar un nuevo candidato de tu partido a la investidura que, en caso de no prosperar, hubiera dado paso a una inmediata convocatoria de elecciones. No cabe duda que esa habría sido la solución más conveniente para España; pero, ni siquiera en ese crucial momento, has tenido la generosidad de hacer algo útil para tu país.
Reconozco que he sido uno de los muchos españoles que, con sus votos, han hecho posible que, el pasado 26 de octubre de 2016, hayas podido solicitar a la Cámara de Diputados la confianza para que volvieras a ser investido Presidente y poner rumbo a la aún inconclusa XII Legislatura. Entendí, en aquel momento, que el programa de Gobierno con que el PP se había presentado a las elecciones era, a mi juicio, conveniente y aceptable para la situación del país y para el conjunto de los españoles. Desgraciadamente, como la alegría en casa del pobre suele durar más bien poco, en corto espacio de tiempo la primitiva confianza se tornó en desconfianza, derivando posteriormente a indignación. Los continuos incumplimientos de las promesas electorales; la postura de estafermo que has adoptado para atajar los problemas derivados del independentismo catalán; la laxitud para abordar los graves problemas que se iban destapando en tu propio partido, junto con multitud de desaciertos de gobierno que fueron deteriorando tu propia imagen personal como Presidente y, por ende, de tu propia formación política, te han hecho merecedor de un destino final que, a buen seguro, no esperabas: ser protagonista del primer desahucio democrático que se produce en el Palacio de La Moncloa.
Cuando los desatinos superan a los aciertos, el final no suele ser glorioso. Si bien es verdad que el destituido Presidente consiguió algunos éxitos, tales como sacar al país de la quiebra heredada de la nefasta gestión de Zapatero, elevando el PIB desde el negativo -1 % del  2011,  año en que se hizo cargo del Gobierno, hasta valores positivos por encima del 3% en al año 2017, y con previsiones del 2,7 para el vigente ejercicio del 2018, también lo es el hecho de que ha disparado la deuda pública hasta alcanzar valores superiores al 100 % del PIB, muy alejada del 70,5 % del año 2011, situación más que preocupante al tener que destinar gran parte de nuestros recursos al pago de intereses y amortizaciones de esa ingente deuda (más de 1,16 billones de euros a finales de 2017), limitando severamente nuestras inversiones. También podemos poner a su favor el haber conseguido reducir apreciablemente las cifras de desempleo; pero, igualmente, con el contrapunto de haber creado una precariedad laboral mediante una reducción importante de las rentas del trabajo, provocando que muchos trabajadores, aun manteniendo su empleo, se hayan visto desplazados al borde de la pobreza.
El cruel destino
La historia, que será la que finalmente juzgará al personaje, no le será favorable. Desde que Rajoy recibió, en el año 2011, el mandato de casi 11 millones de españoles, no ha habido responsabilidad que no haya eludido, ni causa que no haya traicionado. Ha incumplido de manera flagrante su propio programa electoral en materia de impuestos, pensiones, Sanidad y Educación, copago en Sanidad, lucha contra la corrupción, independencia judicial, lucha contra el aborto, abaratamiento del despido laboral, permiso de paternidad y mantenimiento del sueldo a los funcionarios, entre otros. Y todo esto  a media Legislatura. Ni que decir tiene lo que podríamos contabilizar en el supuesto de que la hubiese agotado. Después de seis años y medio en el cargo, el balance de su gestión arroja resultados auténticamente demoledores: Desde el 2011 el PP ha perdido casi 3 millones de votos, el 25% de sus apoyos, y, de acuerdo con los sondeos, si se celebrasen elecciones de manera inmediata, el resultado sería aún peor. Perdió 51 escaños y la mayoría absoluta en el Congreso, pasando de los 185 con los que contó en la X Legislatura, a los 134 de la XII última (la XI, por la incapacidad para formar Gobierno, fue una Legislatura de transición que duró  sólo 111 días). Le han desalojado de los gobiernos de Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha, Extremadura y Valencia, además de haber perdido la mayoría absoluta  en Castilla y León, La Rioja, Madrid y Murcia. Ha visto reducida su presencia, de forma notoria, en varios parlamentos autonómicos, quedando con la exigua cifra de 4 diputados de un total de 135 en el catalán; 33 de 109 en el andaluz; 9 de 75 en el vasco y 2 de 50 en el navarro, con el añadido de haber perdido buena parte de las alcaldías de las capitales de provincias y ciudades más importantes. A pesar de disponer de una mayoría absoluta, y haber censurado fuertemente desde la oposición las políticas de Zapatero, no derogó ni una sola de las leyes ideológicas aprobadas por aquel, desde la infame Ley de Violencia de Género, que consagra la desigualdad jurídica, pasando por la Ley de barra libre del aborto hasta la cainita y totalitaria Ley de Memoria Histórica que vino a despertar pasadas rencillas entre los españoles, que ya se habían dado por superadas. Actuó de forma torpe y cobarde en el conflicto con la Generalitat de Cataluña ante la reclamación presentada para la devolución de los llamados “Papeles de Salamanca”, trasladados a Barcelona mediante una ley aprobada por el Gobierno de Zapatero en  2005, que supusieron el desmantelamiento del valioso Archivo de la Guerra Civil Española, y que, finalmente, se zanjó mediante sentencia del Tribunal Constitucional en 2013. No hizo nada desde el Gobierno para aclarar el golpe de Estado del 11 M, a pesar de las inmensas lagunas y contradicciones que rodearon a este luctuoso hecho denunciadas por diversos medios de comunicación. Mantuvo la hoja de ruta de negociación con ETA, negándose a publicar las actas de estas negociaciones en un claro incumpliendo de lo que había prometido, a este respecto, en la campaña electoral. Permitió que BILDU, SORTU y AMAIUR siguieran en las Instituciones estatales, autonómicas y locales, legitimando de facto el brazo político de ETA y que los pro etarras pudieran seguir gestionando a su antojo centenares de millones de euros de dinero público, amén de poder acceder a los datos personales de una buena parte de los habitantes del país vasco. Movió todos los hilos posibles para liberar a Bolinaga, asesino múltiple y cruel torturador de Ortega Lara, como gesto de cara a la negociación con ETA, mintiendo a la opinión pública sobre su estado de salud y presentándolo como un enfermo terminal que se mandaba a casa a finalizar sus últimos días, cuando, curiosamente, se pasó dos años y medio disfrutando de libertad, riéndose descaradamente de todos mientras tomaba chiquitos por Mondragón. Procedió a efectuar una amnistía encubierta a los más sanguinarios etarras escudándose en una sentencia de Estrasburgo que no teníamos obligación de cumplir de manera automática, y mucho menos con carácter general, dejando de paso en libertad a violadores en serie y pederastas, muchos de ellos no rehabilitados, con absoluto desprecio a los evidentes riesgos que esta medida llevaba implícita. La consecuencia es que varias mujeres fueron violadas pagando un alto precio por la excarcelación de estos psicópatas, todo porque necesitaba una excusa para liberar a los etarras, que, a la postre, era el fin que perseguía. Permitió que en numerosos pueblos del país vasco se celebraran, de forma continuada, homenajes a etarras, con absoluto desprecio a las disposiciones legales que regulan este hecho como delito (art. 578 de la Ley Orgánica 10/1995). Procedió a un vergonzoso reparto del Consejo General del Poder Judicial, incumpliendo de modo frontal el  programa electoral y dando presencia a CIU, PNV e IU en el órgano de gobierno de los jueces. Mantuvo intacto el ruinoso Estado de las Autonomías y la estructura clientelar de la Administración del Estado, lo que ha llevado a que nuestra deuda sea la más alta de la historia democrática. Rescató a las Cajas de Ahorros, que habían sido  quebradas por los propios políticos, mientras que a los ciudadanos de a pié nos crujía a impuestos. No movió ni un dedo para garantizar que se pudiera estudiar en castellano, con libertad, en toda España, tolerando todos los abusos que se cometieron impidiendo el ejercicio de ese derecho. Financió con generosidad el golpe de Estado separatista en Cataluña, permitiendo que el dinero de todos los españoles fuera a redes de embajadas que actuaron contra los intereses de España. Ha permitido el mantenimiento de televisiones públicas que sólo son altavoces al servicio del separatismo, así como asociaciones cuyo objetivo declarado es la destrucción de la nación y la Constitución. Permitió la celebración de dos referendos ilegales de secesión en Cataluña, a pesar de haber prometido expresamente que no se celebrarían, llegando incluso a negar posteriormente el hecho de su existencia. Consintió que los separatistas arrastrasen por los suelos nuestra imagen exterior, lo que contribuyó a que Europa, siguiendo el principio de que te respetan en la medida que te temen, no nos tome en serio negándose a entregar a los responsables de un golpe de Estado. Prometió aplicar el 155 como respuesta al golpe de Estado separatista perpetrado en Cataluña, cuando únicamente lo usó para la convocatoria inmediata de elecciones y, como resultado, volver a dejar vendidos a los catalanes no separatistas, amén del agravante de haber mantenido en sus puestos a decenas de altos cargos separatistas, dejando intacta la estructura del golpe dentro de la Administración catalana. Finalmente, como si se tratara de un último gesto de despedida, rescató a los separatistas catalanes permitiendo que volvieran a nombrar un nuevo Gobierno golpista y que, por tanto, se levantase el 155, todo en pro de que el PNV le apoyara los Presupuestos Generales del Estado para 2018. Cualquier cosa, con tal de mantenerse un poco más de tiempo en La Moncloa.
Goodbye for ever
A pesar de que se podría añadir bastante más a esta lista de despropósitos y felonías anteriormente expuestas, propias de un auténtico trilero de la política, creo que lo  indicado ya es suficiente para catalogar, en su justa medida, sin condicionamientos políticos ni cargas emocionales añadidas, a este peculiar personaje que ha dejado a España en general, y a la derecha en particular, como un solar en ruinas, y a su propio partido tan profundamente hundido que probablemente tardará mucho tiempo en salir a flote. 
Aunque no es noble alegrarse de los males ajenos, ni hacer leña del árbol caído, en el caso Rajoy, que pasará a la historia como un Presidente expulsado por corrupto, me parece justo hacer una excepción. Ha hecho méritos sobrados para ello; pero, en cualquier caso, haciendo gala de la generosidad que él nunca tuvo, creo que podemos despedirle con un simple aunque contundente adiós: ¡Váyase en paz y que no volvamos a verle nunca!
Oviedo, 4 de junio de 2018
C. Díaz Fernández


➤PD.

Curiósamente, lo que no hizo el jueves, 31/05/18, durante la moción de censura que se estaba debatiendo en el Congreso, que hubiera sido dimitir como Presidente del Gobierno, para posteriormente hacerlo del PP, que es lo que una buena parte de sus colaboradores, militantes y simpatizantes esperaban, lo hizo el martes, 05/06/18, sólo 5 días después. Una vez más, ha antepuesto sus intereses personales a todo lo demás. En su speech de despedida ante los suyos, que le aplaudieron hasta con las orejas, incluso con algunas lágrimas furtivas, aunque por dentro los sentimientos fueran bien distintos, le traicionó su ego al decir que dimitía por su bien, por el del partido y por España. Primero él, claro. Posteriormente, quizás dándose cuenta del desliz, corrigió diciendo que lo hacía por el bien del partido, por el de él y por España. A pesar de ello, siempre España en último lugar, que es lo que siempre hizo.


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