El pasado día 25 de diciembre de 2019, y motivado por el tumultuoso e incomprensible revuelo que, principalmente en Oviedo, se había suscitado por la intención del Alcalde de suprimir unos bancos en la Plaza de la Escandalera de esa ciudad, pintados en los colores del arcoíris por la anterior Corporación, me había animado, como hago frecuentemente cuando considero que la ocasión es oportuna, a escribir una carta al diario La Nueva España con el objeto de expresar mi particular opinión sobre este tema, con la esperanza de que viera la luz en la prensa escrita, en la sección de "Cartas de los lectores" que el citado diario pone a disposición a ese efecto. Contrariamente a lo esperado, la citada carta, que parece haber causado un cierto escozor en los responsables del periódico, fue inmediatamente canalizada a la web de ese diario, una especie de archivo donde se incorporan todas las cartas recibidas, hayan sido publicadas en la prensa escrita, o no. Aunque sorprende la rapidez con la que han procedido a pasar la carta al "archivo", el mismo día de su envío, cuando lo habitual es que esperen a disponer de hueco en las páginas donde habitualmente incorporan estos escritos, nada hay que alegar por ello ya que las reglas del juego del periódico son claras: todas las cartas pueden ser publicadas en el diario, o en la web, a criterio de la dirección. Lo que no se puede tolerar es que, publicando la carta con el nombre del autor, se altere su contenido, menos aún cuando ese acto supone un claro ejercicio de censura.
A continuación se incorpora una copia de lo que se publicó en la web y el escrito de protesta que se envió al periódico al día siguiente de su publicación.
COPIA DE LA WEB:
El escándalo de la Escandalera
25 de Diciembre del 2019 - Constantino Díaz Fernández (Oviedo)
Viendo, oyendo y leyendo, que no es poco, todo lo concerniente al tumulto
levantado por la dizque pretensión de la Alcaldía de Oviedo de acabar con la
anómala situación de los bancos de la plaza de la Escandalera, pintados desde
hace tiempo con unos colores que, presuntamente, han tenido como objetivo el de
representar a un colectivo identificado como LGTBI..., sin ambages ni rodeos
semánticos," en román paladino", y de acuerdo con la RAE, los gays y lesbianas de siempre a
los que se ha añadido un largo etcétera, no puedo evitar, desde una posición
ecléctica, un cierto estremecimiento por el lamentable y cierto hecho de
comprobar y confirmar hasta dónde se ha radicalizado la sociedad en la que
vivimos, con movimientos sociales que, con la bandera de la democracia por
escudo, y amparándose en los derechos que ella confiere, lo único que intentan
es imponer sus propios criterios con absoluto desprecio a la opinión y/o
sentimientos de los demás. Una visión muy particular que prostituye la esencia
misma de las libertades que nos hemos dado todos, y que tenemos el ineludible
deber de respetar y garantizar. Por tal razón, no hay ningún motivo que
justifique que el mobiliario urbano, o cualquier otra instalación pública, se
identifique con una causa particular, menos aún con un movimiento como el
antedicho, que, desde su salida de los armarios, no se han comportado ni con la
discreción ni con el decoro debido y esperado, cuestión más que demostrada en
las obscenas y denigrantes escenas que se pueden contemplar en las
celebraciones que ya han institucionalizado y que han dado en llamar "Día
del orgullo gay".
Por todo lo expuesto, animo al actual alcalde de Oviedo a seguir con su
proyecto y desterrar para siempre una indeseable práctica impuesta por el
anterior Consistorio tripartito, de tan infausto recuerdo para muchos
ovetenses, y que dio, con sus continuas contradicciones y luchas intestinas,
otrosí de extremismo y radicalidad, el mejor ejemplo de desgobierno conocido
desde que el día 19 de abril de 1979, al amparo de la Constitución de 1978, se
constituyeron los primeros ayuntamientos democráticos. Un abigarrado y
adocenado Gobierno que, impúdicamente, fue muy proclive y se manifestó
inmensamente munificente con aquellos que les hacían alharacas, entre los que
el colectivo mencionado fue particularmente prolijo. Si se quiere pintar algo
de colores distintos a los habituales, que se haga con aquellos que se
identifiquen con Oviedo, Asturias y/o España, que, lógicamente, y a pesar de
algunos, nos tienen que representar a todos los que nos sintamos ovetenses,
asturianos y españoles, todo al mismo tiempo.
NOTA: Carta publicada por La Nueva España, con fecha 25 de
diciembre de 2019, en su página web, sección “Cartas de los lectores”.- Cabe
destacar que han hecho un cambio sin la autorización del autor: Donde dice “los
gays”, el autor escribió “maricones”.- Se envía otra carta de protesta, por
este cambio, de la cual, a continuación, se incorpora copia:
ESCRITO DE PROTESTA:
¿Lapsus cálami, o
censura?
Con fecha 25 de diciembre, en la web de La Nueva España, sección “Cartas de los lectores”, se publica un escrito bajo el epígrafe “El escándalo de la Escandalera”, del cual soy autor, en el que se ha cometido un error, prefiero considerarlo así, consistente en haber sustituido la palabra “maricones” por la de gays. Sin duda que ambas palabras vienen a significar lo mismo, y las dos están admitidas por la RAE; pero, en este caso, he querido poner un cierto énfasis en esa cuestión y por eso, en el mencionado escrito, he utilizado la de maricones, referida, por supuesto, a cualquiera de las dos primeras acepciones de esta palabra, que son las que encajan en el contexto del escrito, y nunca a la tercera que podría ser considerada como un insulto, algo absolutamente fuera de mi intención.
Dicho lo anterior, y no
dudando que el cambio haya sido debido a un error, y no a una censura, algo que
estaría fuera de los tiempos en que vivimos, donde la libertad de expresión
está garantizada por Ley, espero que este diario, al que considero ecuánime,
tenga a bien proceder a la rectificación oportuna, en tiempo y forma que estime
más conveniente. Lo cortés no quita lo valiente, y desde el punto de vista de
una prensa libre y plural, sería lo exigible.
El resultado de todo este asunto ha sido que, sin ninguna disculpa, ni aclaración sobre este tema (disponen de dirección postal, e-mail y teléfono de todos cuantos envían escritos a la sección de Cartas de los lectores), el mismo día 26 de diciembre, ante el escrito de protesta anterior, han procedido a eliminar de la propia web la carta que habían incorporado el día previo, lo que seguramente se convertirá en el escrito de vida más efímera que jamás se haya visto en ese espacio. Una reacción tan desmedida como desproporcionada, propia de una rabieta infantil e impropia del responsable de un medio de comunicación, que dice poco y mal de quien haya tomado tal decisión.
La triste y lamentable conclusión final a todo este embrollo, es la de constatar el hecho de que todavía quedan medios, La Nueva España entre ellos, que practican la más miserable censura, refrendado, en este caso, por haber actuado de forma caprichosa, dando la callada por respuesta, sin la mínima muestra de respeto y cortesía exigible de comunicar su decisión a quien se había molestado en darles materia para que rellenen los huecos de las páginas destinadas a las noticias necrológicas, que, a la postre, es el objetivo y destino de las cartas que reciben, por encima de su interés en facilitar a los lectores un espacio para que puedan expresar sus opiniones.
En un país en el que la libertad de opinión está, o más bien debería estar, garantizada, alarmarse por utilizar la palabra "maricón", más antigua en nuestro diccionario que la de gay, y que no necesariamente supone ningún insulto a quienes se podrían dar por aludidos, es una actitud absolutamente pueril, más propia de una hoja parroquial que de un periódico del alcance del aludido, y es señal inequívoca y manifiesta de estar fuera de tiempo y lugar. Si Camilo José Cela se levantara de su tumba y contemplara este panorama, seguro que volvería a la misma con presteza. Es curioso, a la vez que preocupante, observar la falsa moral de quienes se sienten agredidos por una expresión que, en sí misma, no encierra ningún ataque contra nada ni contra nadie, y, por contrario, ni se escandalizan, ni siquiera se inmutan, por tantos actos públicos impúdicos, obscenos, denigrantes, y decadentes que, precisamente, organizan y protagonizan, con el aval de nuestras autoridades, los colectivos LGTBI.
Aunque se podrían aportar muchas pruebas de ello, los enlaces que a continuación se incorporan nos llevan a escenas lo suficientemente duras que, aunque su visionado pueda herir la sensibilidad de algunos, prueban suficientemente lo dicho.
https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=QsZnXOBcw2k
https://twitter.com/AliciaMtnezVOX/status/1148210277613223936?s=08
En definitiva, todo lo expresado, no es más que una consecuencia del país que, por activa, o pasiva, todos estamos contribuyendo a construir.
El resultado de todo este asunto ha sido que, sin ninguna disculpa, ni aclaración sobre este tema (disponen de dirección postal, e-mail y teléfono de todos cuantos envían escritos a la sección de Cartas de los lectores), el mismo día 26 de diciembre, ante el escrito de protesta anterior, han procedido a eliminar de la propia web la carta que habían incorporado el día previo, lo que seguramente se convertirá en el escrito de vida más efímera que jamás se haya visto en ese espacio. Una reacción tan desmedida como desproporcionada, propia de una rabieta infantil e impropia del responsable de un medio de comunicación, que dice poco y mal de quien haya tomado tal decisión.
La triste y lamentable conclusión final a todo este embrollo, es la de constatar el hecho de que todavía quedan medios, La Nueva España entre ellos, que practican la más miserable censura, refrendado, en este caso, por haber actuado de forma caprichosa, dando la callada por respuesta, sin la mínima muestra de respeto y cortesía exigible de comunicar su decisión a quien se había molestado en darles materia para que rellenen los huecos de las páginas destinadas a las noticias necrológicas, que, a la postre, es el objetivo y destino de las cartas que reciben, por encima de su interés en facilitar a los lectores un espacio para que puedan expresar sus opiniones.
En un país en el que la libertad de opinión está, o más bien debería estar, garantizada, alarmarse por utilizar la palabra "maricón", más antigua en nuestro diccionario que la de gay, y que no necesariamente supone ningún insulto a quienes se podrían dar por aludidos, es una actitud absolutamente pueril, más propia de una hoja parroquial que de un periódico del alcance del aludido, y es señal inequívoca y manifiesta de estar fuera de tiempo y lugar. Si Camilo José Cela se levantara de su tumba y contemplara este panorama, seguro que volvería a la misma con presteza. Es curioso, a la vez que preocupante, observar la falsa moral de quienes se sienten agredidos por una expresión que, en sí misma, no encierra ningún ataque contra nada ni contra nadie, y, por contrario, ni se escandalizan, ni siquiera se inmutan, por tantos actos públicos impúdicos, obscenos, denigrantes, y decadentes que, precisamente, organizan y protagonizan, con el aval de nuestras autoridades, los colectivos LGTBI.
Aunque se podrían aportar muchas pruebas de ello, los enlaces que a continuación se incorporan nos llevan a escenas lo suficientemente duras que, aunque su visionado pueda herir la sensibilidad de algunos, prueban suficientemente lo dicho.
https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=QsZnXOBcw2k
https://twitter.com/AliciaMtnezVOX/status/1148210277613223936?s=08
En definitiva, todo lo expresado, no es más que una consecuencia del país que, por activa, o pasiva, todos estamos contribuyendo a construir.