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domingo, 12 de diciembre de 2010

LA CRISIS DE LOS VALORES


  Desde el comienzo de la Edad Antigua, momento en el que fue liquidada la Prehistoria para dar paso a la Historia,  en la que surgieron y se desarrollaron las primeras civilizaciones y se inició la vida urbana, apareciendo las primeras religiones organizadas y el poder político, pasando por el Medievo, la Edad Moderna y los pocos años que llevamos de la Edad Contemporánea (221 años comprendidos entre la Revolución francesa de 1789 hasta nuestros días),  la especie humana ha pasado por muchas y muy variadas vicisitudes, de todo orden y condición; desde grandes acontecimientos que han marcado hitos en los anales de nuestra historia y han representado extraordinarios avances para  nuestra civilización, hasta grandes catástrofes, no pocas veces provocadas por el hombre, que,  generando pánico y dolor, han llevando la muerte y la desolación a millones de personas. Las dificultades, desdichas y tragedias, siempre han sido compañeras de viaje en el difícil camino de la vida, y los esfuerzos, sacrificios y renuncias que, de grado o por fuerza, han sido necesarios para su superación, ha sido el precio exigido para conseguir y garantizar la continuidad de nuestra especie. En nuestros tiempos, algunos antiguos problemas aún siguen estando presentes y vigentes, otros han mudado de fondo o forma, y los fuertes y acelerados cambios sociales que recientemente se han producido han provocado la aparición o el  resurgimiento de terceros; pero, lo que no ha experimentado ningún cambio,  es la imperativa necesidad de superarlos. Nos va en ello la existencia.


El gran desarrollo tecnológico que la humanidad ha experimentado en todos los campos, con especial mención de las técnicas de la información y la comunicación, y la consecuente globalización de la economía, ha colocado al hombre moderno frente a nuevos retos y oportunidades que, a pesar de gozar de una teórica mayor capacitación y superiores medios, no siempre ha sabido gestionar con acierto. Por otra parte, la actual sociedad de consumo, que impulsa al gasto compulsivo de bienes y a una creciente demanda de servicios, creando nuevas necesidades y exigiendo la disponibilidad de elevados recursos económicos para su consecución, hace que haya surgido con fuerza un nuevo estilo de vida caracterizado por el culto al dinero, con todos los riesgos añadidos que tal práctica conlleva. Las recientes crisis del sistema financiero internacional que, sacudiendo los pilares más sólidos y provocando el pánico general en todos los sectores, han arrastrado a la economía a una situación crítica, de la que costará sangre, fatigas, lágrimas y sudor salir (tomando prestadas las palabras que W. Churchill pronunció en 1940 en la Cámara de los Comunes), no  son más que una consecuencia de lo anterior.


  A pesar de que la gran preocupación de la mayoría de las organizaciones públicas y privadas, así como la de gran parte de los ciudadanos de a pié,  está centrada en los problemas económicos, la realidad es que esta crisis no es monográfica sino múltiple. Entre otras que se podrían mencionar, unidas, relacionadas o inducidas por la desmedida ambición de poder, riqueza y posición social, que están padeciendo las nuevas generaciones,  creo que merece especial atención la que afecta a los valores humanos, pervertidos por las nefastas doctrinas que se vienen impartiendo y arrastrados por los malos ejemplos que se están transmitiendo. Las repercusiones más inmediatas se reflejan en la  perturbación del orden natural del ser humano y su relación con el entorno social. La codicia por conseguir y mantener un elevado nivel de vida, y el culto a lo material por encima de cualquier otra cosa, está degradando los principios fundamentales más básicos y conduciendo a nuestra civilización a un abismo del que no será fácil salir.



Los valores morales, más allá de las costumbres, ideologías, el tiempo y el espacio, que se pueden considerar como más esenciales para el normal funcionamiento de una sociedad equilibrada,
tales como el respeto, la honestidad, la lealtad, la tolerancia, la responsabilidad y la solidaridad, son parámetros que nos permiten juzgar la calidad humana de las personas desde el punto de vista de sus actos. Son principios de conducta que surgen y se desarrollan en el individuo, primordialmente en el seno de la familia, infundidos por  influjo de sus miembros y transmitidos de generación en generación. Si la familia falla, como manifiestamente está sucediendo, se irán degradando en progresión geométrica hasta alcanzar las más altas cotas de la miseria. Dado que un individuo vale lo que valen sus valores, y la sociedad lo que valen los individuos que la componen, no parece que la historia que ahora estamos escribiendo vaya a tener un juicio favorable en el futuro. Los errores de unos y la pasividad, cuando no la complacencia, de otros, dejarán una factura muy elevada para las próximas generaciones. Cuando nuestra especie quede desprovista de los valores que la determinan y califican, será cualquier cosa menos humana.


   Sin asumir posturas extremas ni pesimistas, simplemente reconociendo la realidad, sin ambages ni cinismo, es necesario admitir que, cada vez más, la sociedad se está apartando de los valores morales más básicos, eludiendo el ejercicio de introspección para evitar conflictos de conciencia, minando y denigrando profundamente, de este modo, las relaciones humanas.  Las causas que, de forma  independiente o combinada, generan  o alimentan este proceso de deterioro son diversas: la falta de un sistema educativo, auténticamente vinculado con las necesidades reales de los ciudadanos, que proporcione una formación integral adecuada, sin prejuicios ni adoctrinamientos de ninguna clase; la práctica inexistencia de la educación en el seno familiar, que debería actuar como complemento indispensable de lo anterior;  la  influencia negativa de algunos medios de comunicación; el egoísmo exacerbado; el individualismo desmedido;  el creciente materialismo; presiones económicas; pobreza, etcétera, se encuentran entre las principales. Las consecuencias, sensibles en todos los ámbitos, son auténticamente demoledoras: la desestructuración de la familia, sacudida por los conflictos internos y la introducción de modelos que contravienen el orden natural de las especies, donde los hijos, relegados a un segundo plano, son los principales perdedores; la violencia manifestada en el seno de la pareja que trasciende a los niños desde las edades más tempranas, generando un circulo vicioso difícil de erradicar; la pérdida de la cultura del trabajo, sacrificio y esfuerzo, necesaria e imprescindible para el desarrollo económico y social de cualquier país; la falta de respeto a la vida y a la dignidad humana, con expresión especialmente dramática en la legalización del aborto, condenando impúdicamente al ser más inocente, como lo es el concebido y nonato;  la libertad mal entendida que  conduce a múltiples confrontaciones de diversa índole y consecuencias;  la corrupción en todos sus aspectos y formas;  el avance en la acción destructiva de las drogas, etcétera, así como  todos los antónimos que se quieran poner a los  valores esenciales anteriormente relacionados, son lo suficientemente graves como para despertar nuestras conciencias y  nos hagan reaccionar.


Es indudable que cualquier proceso evolutivo implica, en sí mismo, la necesidad de realizar cambios, y que estos necesitan un cierto tiempo para poder ser asumidos de forma natural, sin traumas ni rupturas, por el colectivo afectado. Igualmente lo es el hecho de que en todo cambio se busca un beneficio, sabiendo asimismo que también implica riesgo. Lo importante, para que la aventura no nos lleve al fracaso,  es saber sacar el máximo partido al beneficio controlando y minimizando el riesgo. Trasladado todo esto a la sociedad en la que vivimos, en la que somos a la vez protagonistas y espectadores, todo se vuelve más complejo y delicado. Nuestra capacidad de adaptación se ve continuamente desbordada por los vertiginosos cambios que se producen en nuestro entorno, y la desenfrenada dinámica en la que estamos inmersos nos impide poder tomar un  mínimo respiro para reflexionar sobre lo que está sucediendo a nuestro alrededor. De esta forma, actuando como bomberos, solo nos limitamos a ir colocando parches para salir del paso de lo más inmediato, perdiendo la oportunidad de identificar lo más importante y trascendente. Es como si dedicásemos el tiempo a reparar la fachada y la cubierta de un edificio, sin percatarnos de lo que está socavando sus cimientos. Cuando empecemos a oír los primeros crujidos y a ver las primeras grietas en las paredes, nos daremos cuenta del error cometido; pero, entonces, ya no llegaremos a tiempo.


   En definitiva, y como corolario, no es que estemos ya en el Apocalipsis, pero, si no ponemos especial atención a este complejo problema y no emprendemos, sin demora,  la tarea de rehabilitación de nuestros valores morales, podremos llegar a superarlo. Hoy en día, que, desafortunadamente, la vida se cimenta sobre tan pocos valores, es cuando más necesidad tenemos de recuperarlos; quizás esto sea solo una quimera, pero, en todo caso, depende solo de nosotros.


C. Díaz Fdez
Oviedo, 11 de diciembre de 2010



sábado, 11 de diciembre de 2010

THE CRISIS OF VALUES



From the onset of the Old Age, when it was liquidated the Prehistory to make way for the Story, which emerged and developed the first civilizations and urban life began, appearing early organized religions and political power, through the Middle Ages, the Modern Age and the few days spent in the Contemporary Age (221 years between the French Revolution of 1789 to the present), the human species has passed through many and varied vicissitudes, of every kind and condition; from large events that have marked milestones in the annals of our history and have shown extraordinary progress in our civilization, to major catastrophes, not infrequently caused by man, which have generated panic and pain, and have  lead to death and despair to millions people.  Difficulties, misfortunes and tragedies, have always been fellow travelers on the difficult path of life, and the efforts, sacrifices and renunciations, willingly or by force, were necessary to overcome it, is the price required to achieve and ensure the continuity of our species.  In our time, some old problems still present and valid, others have moved out of form or substance, and the strong and rapid social changes that have occurred recently have led to the emergence or resurgence of others, but what has not experienced no change, is the imperative need to overcome. We risk our lives in this

The great technological development that humanity has experienced in all fields, with particular reference to the techniques of information and communication, and the consequent globalization of the economy, has placed the modern man facing new challenges and opportunities that, despite enjoy a theoretical greater knowledge and higher  media, has not always managed wisely. Moreover, the present consumer society, which drives the compulsive spending an increasing demand for goods and services, creating new needs and demanding high availability of financial resources to achieve them, has led to the emergence of a new style of life characterized by the worship of money, with all the added risks that this practice entails. The recent crises in the international financial system that, shaking the most solid pillars and causing general panic in all sectors, have dragged the economy into a critical situation, which will cost blood, toil, tears and sweat out (borrowing the W. Churchill words uttered in 1940 in the House of Commons), are just a consequence of the above.

     Despite the great concern of most public and private organizations, as well as much of the independent citizens, is focused on economic issues, the reality is that this crisis is not monographic but multiple.  Among others that could be mentioned, linked, related or induced by the unbridled lust for power, wealth and social position, who are suffering the younger generation, I think that deserves  special attention the one that affects human values, perverted by the  pernicious doctrines that are taught and driven by the bad examples that are being transmitted.  The most immediate impacts are reflected in the disturbance of the natural order of human beings and the relationship with their social environment. The greed to achieve and maintain a high standard of living and worship to the material things above all else, is degrading the most basic fundamental principles and leading our civilization into an abyss from which it will not be easy getting out.


The moral values, beyond customs, ideologies, time and space, which can be considered as essential for the normal functioning of a balanced society, such as respect, honesty, loyalty, tolerance, responsibility and solidarity, are parameters that allow us to judge the human qualities of the people from the point of view of their actions. Are principles of behavior that emerge and develop into the person primarily within the family, infused by the influence of its members and passed from generation to generation.  If the family fails, as is clearly happening, these will degrade in geometric progression until reaching the highest levels of misery.  Since each person has only the value of their moral values, and the society have the value of the people who compose it, it not seems that the story we are writing now will have a high regard in the future. Mistakes made by some, and passivity, if not complacency, of others, will leave a very high bill for future generations.  When our species has already lost all the values that characterize it, it becomes something else, but not human.

   Without placing it in extreme positions or pessimistic, simply recognizing the reality, without reservation or cynicism, we must admit that society is moving away, increasingly, the most basic moral values, avoiding the exercise of introspection to avoid conflicts of conscience , undermining and denigrating deeply, thus, human relations. The causes which, independently or in combination, generate or feed this deterioration process are manifold: the lack of an education system, truly connected to the real needs of citizens, to provide complete and adequate training, without prejudgements or indoctrination of any kind;  the virtual absence of education in the family, which should act as an essential complement to the previous;  the negative influence of certain media; the unbridled selfishness;  the extreme  individualism; the growing materialism; economic  pressures;  poverty, etc., are among the main.  The   consequences, sensitives in all areas, truly devastating: the disintegration of the family, shaken by internal conflicts and the introduction of models that violate the natural order of species, where the children, relegated to the background, are the main losers;  the violence that has been generated within the couple and that transcends to children from an early age, creating a vicious circle difficult to eradicate; the loss of the culture of work, sacrifice and effort, necessary and essential to economic and social development of any country; the lack of respect for life and human dignity, with particularly dramatic expression in the legalization of abortion, condemn shamelessly the most  innocent human being, as is the conceived and unborn;  the misunderstood freedom leading to numerous confrontations of various kinds and consequences;  the corruption in all its aspects and forms; the advancement in the destructive action of drugs, etc., and all opposites who want to put above fundamental values previously related, are serious enough to make us react.

Is clear that any evolutionary process implies, in itself, the need for change, and that they need some time to be made naturally, without trauma or rupture, for the affected group. Moreover, it is also true that any change is looking for a profit, knowing also that it also involves risk. Important, so that the adventure does not lead to failure, is able to draw benefit the most from the controlling and minimizing risk.  Moved this to the society in which we live, where we are at once actors and spectators, everything becomes more complex and delicate. Our ability to adapt is overwhelmed by the rapid changes occurring in our environment, and the continuing dynamic that surrounds us prevents us from taking a break to reflect on what is happening around us. Thus, acting as firefighters, only we just go putting patches to muddle through the most immediately, losing the opportunity to identify the most important and transcendent. It's like us to spend our time in repairing the facade and the roof of a building, not realizing what is undermining its foundations. When we start to hear the first cracks and see the first fissures in the walls, we will realize the mistake, but then, we will not arrive on time.


     In short, and as a corollary, not that we are already in the Apocalypse, but if we do not put all our attention on solving this particular problem and undertake, without delay, the task of rehabilitation of our moral values, we can get through it. Today by today, that, unfortunately, the life is founded on so few values​​, is when we need to recover these , maybe this is just a pipe dream, but, in any case, depends only on us.

C. Díaz Fdez
Oviedo, december 11, 2010

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL HOMBRE Y EL PERRO


Aunque el primer ser vivo con apariencia de perro que se conoce sobre la Tierra data del  Oligoceno (época en la que los mamíferos ya se habían establecido como forma de vida terrestre dominante), hace unos 30 millones de años, lo más probable es que el primer perro doméstico tenga poco más de unos 12.000 años y sea descendiente del Canis lupus (lobo), producto, a su vez, de una larga evolución de este género. Dado que es bastante aceptado que los seres humanos modernos pertenecemos a la especie de “Homo sapiens sapiens” y que los primeros miembros de esta rama están fechados entre 40.000  y 50.000 años antes de nuestra Era (después de superado un período de evolución de más de 4 millones de años), es obvio que el hombre tardó bastante tempo en disfrutar de la compañía del perro, quedando, a partir de aquí, ligado a su historia.

Desde el primer momento en que el hombre descubrió las potenciales habilidades de este animal, así como la utilidad que se podría obtener de ellas, le convirtió en un compañero de viaje imprescindible, con distintas clases de suerte, claro está, para el perro. En este arte de sacarle el máximo partido, en beneficio del humano, fueron pioneros los egipcios, quienes iniciaron la cría a estos animales de manera formal, diversificaron su especie, y emprendieron una labor educativa de adaptación para que pudiera desarrollar distintos tipos de tareas, dentro de un continuo proceso evolutivo que ha llegado hasta nuestros días, aunque ya en tiempo de los romanos existían la mayor parte de las formas, tamaños y características de los perros actualmente conocidos.

Sería casi interminable, y no es el objeto de este breve comentario, citar la gran cantidad de razas caninas que actualmente existen (solo la FCI - Federation Cynologique Internationale - reconoce aproximadamente unas 700 clases distintas), ni la innumerable cantidad de servicios que, a lo largo de los años, ha prestado el perro al hombre, desde la simple compañía hasta los más sofisticados y especializados trabajos que actualmente desarrollan los perros policías, pasando por la granja, el pastoreo, la caza, la guía, la guardia, la defensa, el mundo del espectáculo, etcétera. Toda esta impresionante y brillante trayectoria protagonizada por estos inestimables animales no siempre ha sido suficientemente reconocida ni adecuadamente agradecida por los humanos, habiendo sido objeto de innumerables abusos, maltratos, abandonos y hasta torturas. Miserable recompensa la recibida de quienes se reconocen a sí mismos como “seres racionales”, y a quienes han dado tanto a cambio de tan poco. No basta con escudarse en la idea de que no son muchos los casos en los que se cometen semejantes tropelías, aunque tampoco son escasos, y que los extremos son excepcionales. Sería suficiente con que existiese uno solo para que mereciese la más enérgica condena.

Se habla bastante en estos días, y ha sido noticia recogida  ampliamente  por los medios españoles, de la muerte violenta de una persona adulta a manos de dos perros de una de las razas consideradas como peligrosas. Por desgracia, en España, en lo que va de año, ya  llevamos 10 muertos por esta causa, amén de un buen número de heridos, algunos de los cuales de cierta consideración, aumentando, de forma muy importante, la trágica estadística arrastrada de los años anteriores. Ante esta realidad, cabe preguntarse varias cosas: ¿Cómo es posible que un animal, considerado como el mejor amigo del hombre, y que tantos y tan estimables servicios le viene prestando, sea, a su vez, causa de semejantes tragedias? ¿Qué está sucediendo y como podría evitarse? Las respuestas a estas cuestiones son bastante sencillas, y las soluciones suficientemente claras;  asunto distinto es que se apliquen.

No se debe olvidar que, ante todo, el perro es un animal y, como tal, actúa de acuerdo a lo que le han enseñado. Si tenemos en cuenta, como es sobradamente conocido, que para la instrucción de los denominados perros peligrosos se emplean, no pocos veces, métodos violentos que aumentan la agresividad natural de estas razas, ya de por sí  dotadas de unas características morfológicas especialmente concebidas para el ataque y la defensa, el resultado no puede ser otro que la obtención de unos especímenes semisalvajes, de comportamiento inestable y reacciones imprevisibles, provistos de un acusado nivel potencial de peligro. El hecho de que algunas de las víctimas de estos animales hayan sido sus propios dueños, o personas del entorno familiar donde se había criado el perro, confirma  sobradamente esta teoría y orienta hacia las pautas a seguir para minimizar el riesgo.

En España, desde marzo de 2002, existe un Real Decreto que ofrece un listado de las razas potencialmente peligrosas, regula el manejo y adiestramiento de estos animales y establece el marco legal al que deberán atenerse sus propietarios. El problema, como casi siempre, está en que ni se respeta en su integridad la ley, ni las autoridades encargadas de hacer que se cumpla ponen excesivo celo en ello.  El resultado queda confirmado por los hechos: ni se ha reducido la cantidad de perros peligrosos que están dispersos por nuestra geografía, ni tampoco se han reducido los accidentes provocados por estos animales. La triste conclusión es que, a pesar del Decreto, y a la vista de los antecedentes, en materia de seguridad apenas hemos dado un paso; pobre balance para un asunto que afecta, de manera tan decisiva, a la integridad física de las personas. La solución, si es que existe la suficiente sensibilidad al problema y la necesaria voluntad política para erradicarlo, tendrá que pasar, al menos, por las fases siguientes: Exigir de forma estricta el cumplimiento de la normativa vigente, dando mayor extensión y frecuencia a las inspecciones en esta materia; incrementar de forma paulatina las exigencias legales para la tenencia de animales peligrosos y el cuadro de sanciones para los infractores (actuaría como disuasorio para aquellos que tengan a estos perros por mero capricho y, en todo caso, obligaría a extremar su cuidado); prohibir, en primera instancia, la cría doméstica de las razas que manifiestamente ofrezcan el mayor nivel de peligrosidad, extendiendo, de forma progresiva, esta medida a los siguientes niveles (no se perdería nada por ello, ya que podrían ser sustituidos por otros más manejables y seguros, y se evitarían, de esta sencilla manera, muchos disgustos. No se trata, por tanto, de aplicar la máxima de que  ”muerto el perro se acabó la rabia”, sino de evitar que animales de características más próximas a las fieras puedan convivir con el hombre en el ámbito doméstico). Cualquier medida que se tome para evitar una sola muerte más, estará completamente justificada.

El problema, en definitiva, no está en el perro, sino en el hombre. Cuando veo los clásicos carteles colgados a las entradas de algunos espacios particulares exhibiendo   la conocida leyenda de “cuidado con el perro”, pienso que, aunque no esté de más esta advertencia, tampoco sobraría que se completase con otra en la que rezase “mucho cuidado con el dueño”,  o  ¿es que ya queda implícita en la primera? Tal vez así sea.

C.Díaz Fdez. 
Oviedo, 25 de noviembre de 2010 




jueves, 25 de noviembre de 2010

THE MAN AND THE DOG


Although the first living creature that looks like dog that is known about the land dates from the Oligocene (at the time that mammals were already established as dominant terrestrial life form), about 30 million years, most likely the first domestic dog has just over 12.000 years and is descended from canis lupus (wolf), product, in turn, of a long evolution of this kind. Since it is quite accepted that modern humans belong to the species Homo sapiens sapiens "and that the first members of this branch are dated between 40.000 and 50.000 years before our Era (after a period of evolution passed over 4 million years), it is obvious that the man took a very long time to enjoy the companionship of the dog. running, from here, linked to its history.

From the first moment when man discovered the potential abilities of this animal, and the utility could obtain them, made him an indispensable travel companion, with different kinds of luck, of course, for the dog.   The first to master the art of getting the maximum benefit to man the dog was the Egyptians, who began breeding these animals in a controlled, diversified its kind, and engaged in educational work to adapt them so that they could develop different types of tasks, within a continuous evolutionary process that has reached our day, even in Roman times were most shapes, sizes and characteristics of the dogs currently known.

Would be almost endless, and not the subject of this brief comment, cite the large number of breeds that currently exist (only the FCI - Federation Internationale Cynologique - recognizes approximately 700 different classes), or the myriad of services to over the years has given the dog to man, from a simple company to the most sophisticated and specialized work currently carried out police dogs, plus many others such as the farm, herding, hunting, guide, guard, defense, entertainment, and so on.  All this impressive and successful track record developed by these priceless animals has not always been sufficiently recognized or adequately appreciated by humans, having been subjected to numerous abuses, mistreatment, neglect and even torture. Miserable reward received from those who recognize themselves as “rational beings”, to which these animals have given so much for so little. Not enough to hide behind the idea that there are not many cases in which such outrages are committed, although they are not scarce, and the ends are exceptional.  Would be sufficient if there were a single case of abuse that this one is worthy of the strongest condemnation.

Talked a lot in these days, and has been widely reported by news spanish media, the violent death of an adult at the hands of two dogs of the breeds considered dangerous. Unfortunately, in Spain, so far this year, we've been 10 deaths from this cause, in addition to a number of wounded, some of them with some consideration, increasing, very importantly, the tragic statistics drawn from previous years. To this reality, several things may wonder: ¿How is it possible that an animal, considered man's best friend, and so estimable services has been providing  to humanity, may be, in turn, causes of such tragedies? ¿What is happening and how can it be avoided? The answers to these questions are quite simple and solutions that colud be applied sufficiently clear; different matter is that these are implemented.

Should not be forgotten that, above all, the dog is an animal and, as such, act according to what we have taught. If we consider, as is well known,  that in the teaching of dangerous dogs are used, not a few times, violent methods which increase the aggressive nature of these races, already endowed with morphological characteristics especially designed for attack and defense, the result can not be other than obtaining a semi-wild specimens of unstable behavior and unpredictable reactions, charged with possession of a potentially dangerous level.  The fact that some victims of these animals were its owners, or persons of a family environment where he had raised the dog, amply confirms this theory and oriented towards the steps to follow to minimize risk.

In Spain, since march 2002, there is a Royal Decree that provides a list of potentially dangerous breeds, regulates the management and training of these animals and establishes the legal framework to be observed by their owners. The problem, as almost always happens, is in the low compliance with the standards established by the parties responsible for this and the passivity of the authorities in their demand. The result is confirmed by the facts: nor has reduced the amount of dangerous dogs that are scattered throughout our country, nor have reduced accidents caused by these animals. The sad conclusion is that, despite the decree, and in view of the background, we have not taken any step in safety;  poor balance to an issue that affects so as crucial to the physical  integrity of persons.  The solution, if there is sufficient sensitivity to the problem and the necessary political will to eradicate it, would have to spend at least under the following: Require strict compliance with current regulations, giving greater extent and frequency to inspections in this area; gradually increasing the legal requirements for possession of dangerous animals and the table of penalties for violators (act as a deterrent for those who have these dogs by whim and, in any case, the extreme force care); to prohibit, in the first instance, breeding, in the domestic environment, of the races that clearly offer the greatest level of hazard, extending, progressively, this measure at the following levels (do not miss anything about this because these may be replaced by others that are more manageable and secure, and avoid, in this simple way, many troubles. Is not, therefore, to apply the maxim that "dead dog rabies is over", but to avoid that feature animals closer to the beasts can live with the man in the home). Any measure taken to prevent one more death will be fully justified.

The problem, ultimately, is not in the dog, but sure is in the man. When I see the classic signs hung at the entrances of some particular spaces exhibiting the well-known legend of "beware of the dog", I think, although it may be correct this warning, should be complemented by another that is also indicated "very careful with the owner”, or ¿is it already implicit in the first? Maybe so.

Note: I apologize for possible mistakes in the English version. I an not expert in this language, but I promise to improve. Thank you very much for your understanding.

C. Díaz Fdez.
Oviedo, to november 25, 2010  

miércoles, 17 de noviembre de 2010

NUEVO "GENTLE ART"

ARTE DE NUEVA EXPRESIÓN

    Después de vistas y analizadas las obras de los nuevos y consagrados “genios” de la pujante escuela conocida como arte contemporáneo (Pop Art, Expresionismo Abstracto, etcétera), y consideradas las millonarias cotizaciones dolarizadas que, lienzos tan “elaborados” como “Coca Cola 4” , “Sin título”, “Ice Crean Soda”, entre otros, han alcanzado en afamadas casas de subastas americanas, tales como la Phillips de Pury & Company, así como la gran acogida que museos como el MoMa de Nueva York, la National Gallery de Washington o el Ludwig de Alemania han dado a esta extraña forma de entender la expresión artística, creo que es el momento oportuno para dar a conocer y poner en valor otra forma distinta, aunque no menos importante, de concebir el arte pictórico desde otro plano y otra óptica más afable y delicada: el “Gentle Art”. No cabe duda, que esta nueva corriente, al carecer de la enorme maquinaria mediática alimentada y dirigida por los sectores más directamente implicados e interesados en este fabuloso negocio, tardará algún tiempo en ocupar una plaza relevante en este selectivo mercado, pero, a poco que se impulse, seguro que terminará por hacerse un hueco en este particular Olimpo. Los precios, mucho más razonables y asequibles, de las primeras obras que se pongan a disposición de los coleccionistas de este nuevo género, seguro que serán un buen atractivo para empezar a tomar posiciones.

    A título de ejemplo, incluyo solo algunas obras significativas del nuevo “Gentle Art” que, si recibiesen un tratamiento similar al que se otorga a las anteriormente mencionadas, podrían, a medio plazo, alcanzar las mismas altas cotas de cotización que estas. A falta de otras razones objetivas, cabe pensar, que la consecución del éxito en este esotérico mundo del arte, es todo cuestión de imaginación y, cómo no, de una buena dosis de picaresca. Así empezó todo.


"Astral confusión" (Iree 0506)

"Color maze" (Lys 1104)






































"Fox temptation" (Lys 0203)







"Spring" (Iree 0408)


"Meditation" (Lys 1205)



























































"Rainbow" (Lys0204)






"Sprout" (Iree 0606)



     Algunos comentarios críticos sobre las pinturas anteriores:


“Astral confusión”
Una visión abstracta de una lluvia de cometas en completo desorden. Sorprende el efecto de la inteligente interconexión de los colores  que transmiten toda la grandeza del cosmos.

“Color maze”
La autora juega con el color para atrapar al sorprendido espectador en un indescifrable abanico, transmitiéndole, al tiempo, una sensación de paz y equilibrio emocional.

“Fox temptation”
Una alegoría a la conocida fábula de la zorra y las uvas, que retrotrae a tiempos pretéritos, creando la sensación de nostalgia que transmite el discurrir de los años

“Spring”
Agradable y pacífica estampa cargada de luz y suaves colores, que nos introduce en una incipiente, soleada y florida primavera, creando un estado de ánimo muy positivo.

“Meditatión”
Una obra con la profundidad de los agujeros negros espaciales, que atrapa al espectador incitándole a la reflexión sobre el infinito y la transcendencia del ser humano.

“Rainbow”
Representa toda la magnificencia de un fenómeno óptico meteorológico como el arco iris, con la armonía de los siete colores en que se descompone la luz blanca, combinados y entrelazados magistralmente en una perfecta sinfonía de luz y color.

“Sprout”
Magnífica y magistral representación de un brote floral de inicio de primavera, revestido de una particular y original belleza, que inclina el pensamiento hacia la grandeza de la creación.

    Cabe indicar que, al día de hoy, ninguna de las obras aquí expuestas supera la cifra del “millón de dólares”; una auténtica bagatela, si se compara con las fabulosas cotizaciones que recientemente han alcanzado otras de igual o menor “valor real”, y más que discutible calidad, catalogadas dentro de algunas tendencias del denominado arte contemporáneo, en una, parece ser, alucinante carrera por alcanzar un nuevo y estúpido récord.


   
C.Díaz Fdez. 

                                                                                                                     Oviedo, 17/11/2010


viernes, 12 de noviembre de 2010

RENTABLE ESTUPIDEZ


       Es muy posible que la estupidez haya estado asociada al ser humano desde el principio de los tiempos, y más que probable que siempre haya sido utilizada por los más avispados como una buena oportunidad para conseguir, a costa de los demás, muchos de sus propósitos. No es, por tanto, una tara que se haya instalado recientemente en nuestra sociedad, sino un invisible estigma incrustado en nuestra genética desde los tiempos de Adán y Eva, probablemente unido a otros males que Dios les aplicó, a título de castigo, al expulsarlos del Paraíso, o, si se prefiere, para los más proclives a la teoría de Darwin, un antecedente heredado de los monos. Ya Albert Einstein, considerado como el científico más relevante del siglo XX, había hecho una reflexión a este respecto, llegando a afirmar que solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, estando más seguro de lo segundo que de lo primero. No hace falta más que observar el diario devenir de los hechos, usos, costumbres y comportamientos de nuestra especie, para poder aceptar, sin demasiadas reservas, esta proposición como un axioma.

Pablo Picasso
       El Expresionismo de Erich Heckel,  el Cubismo de Picasso o  el Surrealismo de Salvador Dalí, entre otros, entendidos como deformaciones oníricas de la realidad, difícilmente interpretables más allá de la imaginación de sus propios creadores, y cuyas obras fueron y son ensalzadas y bendecidas con fruición hasta por los que no alcanzan a ver, ni mucho menos a entender, su contenido, solo por temor a ser tachados de necios o incultos, son ejemplos palmarios de la sabia utilización de la estupidez de los mortales para alcanzar la gloria terrenal de unos a costa de la candidez y estulticia de otros, amén de la obtención de pingües beneficios para  mayor satisfacción de todos los directamente involucrados en este más que lucrativo negocio

"Sin Título"
     Viene todo lo anterior a colación de los astronómicos e inexplicables excesos que, a juicio y razón de  una mente lógica y normal, se están cometiendo en las cotizaciones de algunas obras subastadas recientemente en las más afamadas galerías de arte del planeta Tierra, y que, desprovistas del tirón mediático de sus autores, amén de la inteligente y bien dirigida labor de marqueting desarrollada por sus tenedores, tendrían dificultad para ser colocadas en cualquier modesto rastro por unos pocos euros. La obra de Andy Warhol, padre del llamado Pop Art (movimiento artístico que se caracteriza por el empleo de imágenes de la cultura popular, tales como anuncios publicitarios, cómics, etcétera), titulada “Men in her life”, que representa una sucesión de fotogramas con el denominador común de una dama, como si se tratase de una tira cinematográfica, subastada en Nueva York por más de 63 millones de dólares; el lienzo titulado “Coca Cola 4”, del mismo autor, que reproduce una simple botella  de esa bebida, junto al anagrama comercial de la marca, adjudicado por 31,5 millones de dólares, así como la extraña obra “Sin título”, de Mark Rothko, miembro del llamado expresionismo abstracto estadounidense, que, a criterio del director de arte contemporáneo de Sotheby´s, hace sentir de una manera muy obvia el sol a través de sus tonos amarillos y rojizos y transmite una gran energía positiva (declaraciones, supongo, realizadas en un momento de profunda alienación freudiana), y que, sin otras referencias, perfectamente podría tomarse por la obra de un anónimo escolar practicando con su caja de acuarelas, vendida en 20 millones de dólares, son, por mencionar solo algunos ejemplos, claros exponentes de lo anteriormente manifestado.


"Coca Cola 4"
       No es fácil de entender, sin recurrir a la acertada reflexión del científico alemán citado, como se pueden atribuir tan desorbitados valores a cosas tan banales, al tiempo que se menosprecian otras tan importantes como la abnegada labor de tantas personas que, con su diario quehacer, muchas veces precariamente retribuido, hacen que el mundo funcione, progrese y avance. No se debería tolerar, desde el más elemental concepto de justicia, que se dediquen tan ingentes cantidades de recursos económicos a tan extravagantes veleidades, la mayoría de los casos por absurdos caprichos personales, mientras millones de semejantes no tienen cubiertas ni siquiera sus necesidades más vitales.


C. Díaz Fdez.
                                                                                Oviedo, 12 de noviembre de 2010