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lunes, 22 de abril de 2013

¿DÓNDE ESTABA DIOS?


El día 28 de mayo del año 2006, con ocasión de la visita pastoral que el Papa Benedicto XVI realizó a Polonia, en la que tuvo la oportunidad de visitar el complejo de campos de concentración de Auschwitz, construido por la Alemania Nazi al principio de la segunda guerra mundial, donde se practicó el más atroz genocidio conocido de la historia de la humanidad, con un balance de víctimas que, según cálculos aproximados, arroja la espeluznante cifra de más de seis millones de judíos, cuatro millones de prisioneros de guerra soviéticos y otros cuantos millones más por determinar, entre polacos, presos políticos, masones, homosexuales, personas con limitaciones físicas o  psíquicas y delincuentes comunes, además de unos 800.000 gitanos, el propio Pontífice se estremeció ante el recuerdo del horror que se había vivido en aquellas instalaciones. Fue tal el impacto emocional que sintió el sucesor de San Pedro, que hasta él mismo llegó a cuestionar la presencia de Dios. En el discurso que pronunció en la despedida de su viaje apostólico, cabe destacar, entre otras cosas, las palabras que dedicó a este acontecimiento (SIC): ¿Cuántas preguntas se nos imponen en este lugar? ¿Dónde estaba Dios en esos días? ¿Por qué permaneció callado? Cómo pudo tolerar este exceso de destrucción, este triunfo del mal?  Palabras que, pronunciadas directamente por la máxima autoridad de la Iglesia Católica, invitan a una profunda reflexión.



En nuestra historia más reciente, aparte del holocausto practicado en los numerosos campos de exterminio creados por los Nazis, son incontables las pérdidas de vidas humanas producidas por causas externas y violentas: desde los desastres originados por la propia naturaleza, tales como tsunamis, terremotos, huracanes, etcétera, hasta los más horrendos actos de barbarie protagonizados por personas que denigran la condición de la especie humana. En todos y cada uno de estos casos hay algo que siempre se ha echado de menos: la presencia de Dios; su mano protectora. Al igual que el Papa en Auschwitz, todos los que hemos vivido, directa o indirectamente, alguno de estos sucesos, nos hemos hecho, más o menos, las mismas preguntas: ¿Dónde estaba Dios? ¿Cómo alguien a quién consideramos infinitamente justo y bondadoso puede permitir la muerte, en condiciones tan trágicas, de tantos inocentes? ¿Qué mal han cometido para merecer semejante castigo? Son, en definitiva, las mismas preguntas que nos hacemos cuando nos golpea directamente el sufrimiento, o cuando sucede algo terriblemente malo o indeseable en nuestra vida. Son preguntas que, por no estar al alcance del entendimiento humano, evidentemente, no tienen ninguna respuesta convincente en nuestro mundo terrenal. Nuestras conclusiones solo dependerán de aquello en lo que confiemos como punto de referencia de nuestra propia existencia, que, para los creyentes incondicionales, es la Fe en Dios y la existencia de otra vida; para los demás, solo vicisitudes del destino.


Un argumento muy socorrido, que algunos utilizan para justificar la inacción de Dios, es el de que si Él interviniera constantemente para evitar las crueldad y la violencia en nuestro mundo, nos privaría de la facultad para actuar con libre albedrío y, con ella, de la libertad para conducirnos con la dignidad que nos corresponde como criaturas creadas a su imagen y semejanza. Argumento muy débil, sin duda, si tenemos en cuenta que las catástrofes naturales son totalmente ajenas a la voluntad humana, y que, muchas personas, nacen sin las condiciones mínimas necesarias para poder elegir de forma voluntaria su destino.

Particularmente, en mi caso concreto, las muchas experiencias vividas, me han ido conduciendo desde posiciones más o menos firmes en la Fe, a otras más cercanas a la filosofía agnóstica. Cuando contemplo imágenes como las del reciente atentado del maratón de Boston, en las que, entre los muertos, se encuentra un niño de tan solo 8 años de edad, que, esperando abrazar a su padre cuando cruzara la línea de meta, fue materialmente desmembrado por un artefacto explosivo colocado por dos miserables fanáticos terroristas, uno de ellos de 19 años de edad, se me derrumban muchos principios y se me hace muy difícil entender la presunta bondad de los designios de La Providencia Divina. Si verdaderamente somos el centro de la creación, ¿cómo podemos merecer tan poca atención por parte de nuestro Creador?


Desde que nacemos y nos subimos al tren de la vida, cada uno con su propio equipaje: cargado de dones, bienes y privilegios en algunos casos y vacío en muchos otros, lo que, en principio, ya nos sitúa a unos en primera clase y a otros en el vagón de cola, hasta el recorrido vital de nuestra existencia, en el que la suerte se reparte de manera caprichosa y arbitraria, no parece fácil de explicar que existe un mismo Dios para todos, y, mucho menos aún, que se interese y se preocupe por lo que acontece en este mundo. Otro asunto muy distinto será con qué, o con quién, nos podremos encontrar en nuestra última estación, cuando, terminado nuestro viaje, nos tengamos que bajar del tren. Eso ya será otra historia, aunque esta, me temo, jamás podrá ser contada.

C. Díaz Fdez.

Abril de 2013





12 comentarios:

  1. ¿De verdad cree usted que el ser humano es el "centro de la creación"?

    sannio10@hotmail.com

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    1. Yo no he hecho, ni de lejos, esa afirmación. Solo he utilizado el supuesto como una hipótesis, basada en el Génesis, y solo como base para formular la pregunta ulterior.
      Saludos.

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  2. Excelente,lo felicito. Aquí en mi país Venezuela nos hacemos esas preguntas todos los días. Un país maravilloso,por su gente y su naturaleza, pero lleno de petroleo, el que algunos llaman "El excremento del diablo". Asesinan impunemente un promedio(si podemos promediar la muerte de un ser humano) de 50 personas a la semana. Los políticos "Todos" empobrecen a la población y solo buscan su beneficio. Pobre país Rico. A veces siento que Dios nos abandono.

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  3. Ni sientas que Dios te abandonó GVS GROUP ni se creasn el centro del Universo.
    DIOS NO EXISTE y punto. Es más facil achacarle a ese amigo imaginario de algunos los males que hacerse cargo.
    He sido cristiano durante 40 años y sabes que me ha hecho ateo?: Leer la maldita Biblia.

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  4. ¿Dónde estaba Dios cuando lo del holocausto?

    Pues estaba clavado en la cruz, precisamente por quienes cometieron el holocausto.

    Y así el pueblo judío, que crucificó al mismo Dios, exactamente igual a como hacemos los cristianos cuando pecamos,tuvo la oportunidad de compartir con Dios el destino de Dios, ser crucificado para redención del género humano.

    Dios permitió el holocausto porque de ahí se obtuvo un gran bien. Nada más y nada menos que aquel pueblo deicida, el pueblo al que Dios tanta ama porque es el pueblo que el escogió, compartiera con Dios la divinidad pasando por su misma crucifixión, el holocausto.

    El mismo Dios se sintió olvidado de Dios en la cruz cuando aquell de "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado".

    Dios nos ama infinitamente. Quiere divinizarnos. Quiere que compartamos la experiencia de puro amor que es él que es un Sagrado Corazón flanqueado por las espinas de nuestros pecados. Y a pesar de ello quiere que formemos parte de la familia trinitaria. Nos regala el don de ser Dios mismo, de divinizarnos por Jesucristo.

    Ante la enormidad de ese don, el mayor don posible, hay que pasar por una experiencia brevísima que es la de sentirnos desamparados, porque Dios mismo así quiso pasarla Él en la cruz.



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    1. Ya veo que es Ud. un creyente incondicional, lo cual es, por supuesto, total y absolutamente respetable. En cualquier caso, al hilo de su comentario, quisiera hacerle tres simples observaciones: Dios fue a la cruz de forma totalmente voluntaria, y los que padecieron las atrocidades del Holocausto Nazi NO. Dios pudo haberse salvado de su sacrificio, y los otros NO. Dios tenía la certeza de su resurrección, los demás solo una mera suposición. Un Saludo

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  5. Cuando era pequeño, creí todo lo que me inculcaban. Dios, la Virgen, Los Reyes Magos, el Angel de la Guarda, el Demonio, los Angeles....poco a poco fueron cayendo todos. Al final, queda una ilusión celestial, fruto de la candidez infantil, pero la amarga certeza de que no hay nadie más "Ahí".
    Lo peor, son las cosas terribles que se dicen para quien no crea...amenazas de infiernos, excomuniones, castigos divinos...en fin.

    Total, que no somos sino una gotita de agua, en el devenir del tiempo. Si es que existe Dios, le agradezco la oportunidad de haber vivido....y poco más.
    Un saludo

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    1. Dice el necio es su coraón: No hay Dios. Salmo 14:1

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  6. Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. Hechos 17:30 y 31

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  7. Si Dios hiciera las cosas cuando y como nosotros queremos, no seria Dios sino nuestra mascota.Es realmente gracioso como los que se denominan agnósticos o ateos, consideran el mal del mundo como un castigo (enfermedades, guerras,catástrofes naturales,etc..),siendo esta una actitud primitiva,mas propia de tríbus que rezan para que llueva,guardarse de malos espíritus,etc.O mas actual, la visión del antiguo testamento, completamente superada por la venida del Dios/Hijo.
    El catolicismo no esta en si mismo, ni para creerse salvado del mal del mundo,ya que este solo es una muestra de la imperfección del mismo,y una prueba para que superemos nuestro ego y necesitar y ayudar al prójimo.Tampoco este ideal de vida esta para creerse en posesión de la verdad,sino para que esta sea compartida y vivida en comunidad,como bien social mas que como propiedad personal.
    No estuve en la mayoria de los hechos que relatas.¿De verdad piensas que no hubo gente que dio su propia vida para salvar a otras personas,que no compartieron sus alimentos para dar al hambriento, que no vistieron al desnudo,que no consolaron al afligido?.´Pues si los hubo, yo te digo que entre ellos es donde esta Dios.Otra cosa bien distinta es que le des la espalda y así puedas justificar tu duda,completamente respetable pero que comparto al 0%.
    Saludos y mucha suerte.

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    1. Las reflexiones no son afirmaciones ni negaciones, sino simplemente la manifestación de inquietudes. Las que hizo Benedicto XVI en Polonia, en el 2006, se encuadran en esa línea. Las mías, aunque más modestas, también. La pregunta que formula, al igual que su comentario, está fuera de contexto, por lo que, lamentablemente, tendrá que responderla Ud. mismo.
      Un saludo.

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