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viernes, 23 de septiembre de 2011

UNA VISITA A ROMA


Basílica de San Pedro (El Vaticano)
Roma, la ciudad de las siete colinas levantada a orillas del río Tíber, es una de las capitales europeas que concita una mayor afluencia turística. Su incuestionable importancia histórica, unida al hecho de tratarse de una de las más relevantes cunas de la civilización occidental, congrega cada año a millones de visitantes atraídos por las ruinas de su antiguo pasado y la riqueza de la gran cantidad de obras de arte que atesora. Además de todos los museos y monumentos tradicionales que se pueden visitar, pasando por taquilla, la ciudad, en sí misma, es todo un museo al aire libre. Pasear por sus calles y plazas contemplando sus edificios señeros, el arte de sus fuentes y los innumerables vestigios históricos esparcidos por todos sus rincones, es todo un regalo para la vista que transporta nuestra mente hacia tiempos pretéritos de mayor esplendor. El atractivo del Vaticano, un minúsculo estado incrustado en esta urbe, que, desde hace siglos, alberga la máxima autoridad de la Iglesia Católica, representada por el Papa como sucesor en la silla de San Pedro, es un aliciente añadido para la visita de la ciudad, especialmente para todos los católicos del mundo.

Planificar un viaje a Roma, para disfrutar plenamente de todos los alicientes que esta atractiva ciudad nos ofrece y minimizar la posibilidad de encontrarse con desagradables sorpresas, requiere tener en cuenta algunos aspectos básicos importantes, entre los que se pueden destacar los siguientes:

El Coliseo (Roma)
Alojamiento.- Como en casi todas las ciudades muy pobladas, los equipamientos y servicios de los hoteles, para una misma categoría, difieren bastante de lo que podemos estar acostumbrados a encontrar en poblaciones de tipo medio. Por esta razón, la elección de un alojamiento, bien situado, cómodo, confortable y con buenos servicios, es una de las principales prioridades. Si disponemos de un buen nivel económico, lo recomendable es elegir uno de los excelentes hoteles que se encuentran en la prestigiosa vía Vittorio Veneto, que, con toda seguridad, cumplirá, sobradamente, con todas nuestras exigencias. En caso contrario, si nuestros recursos son más limitados, podemos explorar otras opciones dentro de una nutrida oferta de alojamientos que podrían satisfacer nuestros requerimientos mínimos Eso sí, que se encuentren dentro del núcleo  central de la ciudad, que no tengan una categoría inferior a 4 estrellas y, a ser posible, que tengamos referencias fiables y directas de los mismos. 


Restaurantes.- A la hora de reponer fuerzas, lo más recomendable es elegir un buen restaurante, bien calificado y de prestigio. La diferencia del ratio calidad/precio de un buen restaurante, con respecto a los muchos establecimientos mediocres que se esparcen por toda la ciudad, es razón más que suficiente para no escatimar esfuerzos en este sentido. Otra opción podría ser la de intentar comer en una de las tradicionales “trattorías”; restaurantes donde se sirven comidas típicas italianas y tradicionales en un ambiente más informal, con precios generalmente más bajos, aunque aquí también existen notables diferencias entre los distintos locales. En cualquier caso, lo que sí hay que tener muy en cuenta, es asegurarse previamente de los precios de lo que pretendamos consumir, ya que, de lo contrario, podremos encontrarnos con sorpresas muy desagradables. Aunque no se puede generalizar, hay bastantes establecimientos sin escrúpulos cuya especialidad es precisamente la de estafar al turista, y, además, lo hacen de forma tal que no queda más recurso que el de la protesta; aunque, lamentablemente, no sirva para nada.

Fontana di Trevi (Roma)
Visitas.- Dado que las visitas son el origen y razón de todo turista que llega a Roma, es muy conveniente realizar una planificación rigurosa de las mismas, al menos de las más importantes. En este sentido, es altamente recomendable realizar las visitas en grupos, no muy numerosos, y acompañados por un guía competente, sobre todo cuando vayamos a lugares tan concurridos como los Museos Vaticanos, Capilla Sixtina, Basílica de San Pedro, Coliseo, Foros Romanos, Catacumbas, etcétera. Las ventajas que esta modalidad ofrece son muy importantes: garantizar horarios, evitar las largas colas que se forman para conseguir los pases preceptivos y  entrar en los distintos recintos, visitar lugares solo reservados para grupos y sacar el máximo partido a la visita al disponer de una información personal y directa de lo que estamos contemplando. Las agencias de viaje pueden ofrecer, como complemento, programas de visita guiadas organizadas por operadores serios y fiables que suelen ser adecuados y a precio ajustado, aunque también se pueden contratar personalmente en destino. En cualquier caso, este es un asunto imprescindible para no perder el tiempo y la paciencia. Como orientación, el número mínimo de días para poder visitar lo más importante de Roma, incluido los obligados paseos por sus calles, y no decir solo que yo estuve allí, es de cinco o seis días completos en la ciudad.


Con relación a las visitas, cabe hacer una recomendación muy importante: Nunca contratar ninguna visita con supuestos  agentes turísticos que operan en la calle; aunque dicen actuar en representación de agencias oficiales, en una mayoría de los casos son falsos y, con muchas probabilidades, puede resultar timado. Otro asunto que se debe tener en cuenta es no caer en la trampa de aceptar fotografías con personajes ataviados como gladiadores romanos u otros sujetos vestidos para la ocasión, ya que puede encontrarse con la sorpresa de exigirle cantidades de dinero desorbitadas por ello. El cuidado con su cartera y pertenencias en general debe ser extremo, dado que el número de ladrones que operan en la ciudad, sobre todo en medios de transporte colectivo y zonas de aglomeraciones de personas, es extremadamente elevado.

Monumento a Vittorio Emanuele II (Roma)
Transporte.- A pesar de que la información que se suele encontrar al respecto no suele recomendar el uso del taxi, alegando que la circulación en Roma es caótica y los taxis resultan muy caros, la verdad es que esto no es así. Aunque la circulación urbana, como en casi todas las grandes ciudades, no es precisamente una virtud, lo cierto es que tampoco difiere gran cosa de la mayoría de las poblaciones de su nivel, e incluso mejor que alguna de ellas. Lo que sí es importante, para evitar sorpresas, es no parar nunca a los taxis que están circulando; acudir siempre a tomar el  taxi a una parada oficial, o solicitar el servicio directamente desde el hotel, y, en todos los casos, exigir siempre el uso del taxímetro. El metro urbano, aunque es el medio más económico, es una experiencia muy poco recomendable. La enorme afluencia de pasajeros que toma este medio, máxime a determinadas horas del día, hace que subir y bajar a los vagones, en muchos casos, sea toda una proeza, peligrosa para personas delicadas y de movilidad reducida, mayores y niños. Si se decide vivir esta experiencia, y consigue salir ileso, con todas sus pertenencias intactas, seguro que habrá tenido suerte y podrá experimentar lo cómodo que se deben encontrar las sardinas en lata. En cuanto al bus y el tranvía, el primero resulta complicado para el que no conozca bien las líneas y el segundo no tiene las paradas en los sitios más adecuados que busca el turista.

Templo Venus y Roma (Roma)
En otro orden de cosas, recuerde que, a pesar de que en las facturas se podrá encontrar con conceptos a los que puede no estar acostumbrado, tales como servicio y/o cubierto, que pueden conducir a pensar que la propina ya se la han cobrado por adelantado, lo cierto es que siempre esperarán por ella, incluso le facilitarán un impreso, en el caso de que pague con tarjeta de crédito, para que refleje hasta donde está dispuesto a llevar su generosidad. Dado que la picaresca es bastante generalizada, extreme las medidas de precaución, no pague con tarjeta donde no le ofrezca la máxima confianza, y, sobre todo, no la pierda nunca de vista. 


En cualquier caso, si todavía no conoce Roma, y tiene la intención de ir algún día, algo que se le puede recomendar, sin ninguna reserva, es la conveniencia de que tenga en cuenta estas breves y concretas observaciones. Seguro que lo agradecerá. Si es así, solo me queda desearle “buon viaggio, buon soggiorno e sicuro ritorno.”


C. Díaz Fdez.

Oviedo, 22 de septiembre de 2011



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