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miércoles, 6 de julio de 2011

EL MILAGRO DE LA VIRGEN DEL PILAR



Cúpula Santuario del Pilar
    El pasado domingo, 26 de junio, encontrándome en la Plaza del Pilar de Zaragoza, he tenido la ocasión de contemplar una penosa actuación de uno de esos grupos residuales del movimiento de “Indignados del 15 M”, que, por la incomprensible aquiescencia de las autoridades competentes y con el desagrado y desaprobación de una mayoría de los ciudadanos, aún permanecen atrincherados en las principales plazas de nuestras ciudades y pueblos. Sin entrar a valorar los motivos iniciales que propiciaron e impulsaron este curioso movimiento, si cabe decir que, dado que todas las cosas tienen su límite, cuando se supera el nivel máximo de tolerancia se pierde toda la razón, por muy justificada que esta fuera en su origen. La pérdida de las formas arrastra, inexorablemente, a la pérdida del fondo.

Torres Santuario del Pilar
    En el día y lugar anteriormente citados, sobre las 12:00 horas de la mañana, salía de la Basílica de Nuestra Señora del Pilar la procesión del Corpus Christi acompañada por un buen número de comulgantes y un nutrido grupo de fieles; todos con gran devoción y recogimiento. Ante esta celebración religiosa, con gran asombro de propios y extraños, el grupúsculo de acampados en la plaza salió al paso de la procesión desplegando pancartas alusivas al laicismo, con epítetos para todos los gustos, en una clara manifestación de protesta contra este tipo de actos. Si el movimiento ciudadano del 15 M pedía, entre otras cosas, una democracia real, y esta es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales, no se entiende muy  bien que unos pocos quieran imponer a otros lo que tienen que hacer, siempre que estos últimos lo hagan con respeto a los demás y dentro de las normas que nuestro ordenamiento jurídico permite.

Fachada Santuario del Pilar
    No sé si el conocido como “Milagro de Calanda” y otros hechos relevantes atribuidos a la intervención de la Virgen del Pilar son o no ciertos. Todo ello es cuestión de fe. Lo que sí es incuestionable, y está suficientemente probado, es el auténtico milagro de haber creado y mantenido miles de puestos de trabajo, entre directos e indirectos, que dependen de que este santuario permanezca abierto y activo. En mi modesta opinión, esta es la verdadera, tangible y auténtica contribución de la Virgen, que permanece presente a través de los tiempos. Si, por cualquier circunstancia, se cerrase la Basílica del Pilar, estoy seguro de que muchos aragoneses acudirían de rodillas a pedir su reapertura, posiblemente algunos de los circustanciales y airados protestantes del  "15M" entre ellos.

C. Díaz Fdez.
5 de julio de 2011




 

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