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domingo, 24 de junio de 2018

EN ESTRICTA JUSTICIA

EN DESCARGO DEL EX PRESIDENTE RAJOY


Muchos somos los que hemos criticado, a veces con excesiva dureza, al recientemente defenestrado presidente Rajoy. Le hemos tildado, sin ninguna conmiseración, de estafermo, ignavo, aranero, embaidor, tartufo, dizque corrupto y así hasta un largo etcétera de descalificativos con los que, con mayor o menor justicia, se ha pretendido  reflejar el desencanto que su gestión al timón del gobierno de España había causado en una gran parte de la ciudadanía, e incluso entre muchos de los que en su día habían contribuido a que alcanzase el poder. El duro castigo al ser desahuciado de forma fulminante de La Moncloa, no ha sido más que la capitalización de sus muchos errores por parte de un avispado Sánchez que, a pesar de su exigua representación parlamentaria, encontró en la debilidad del Gobierno del PP la oportunidad para alcanzar el sueño que cada vez se le iba poniendo más difícil. Ahora esperemos que no se haya cambiado el rabo por las orejas y que, durante el tiempo que queda de Legislatura, se calme la agitada situación política que veníamos viviendo en los últimos tiempos y que se llegue a las próximas elecciones en un clima de normalidad.

Dicho lo anterior, en descargo de Rajoy y haciendo justicia a los hechos, hay que reconocer que el abandono total de la política, renunciando a todas las prebendas que como ex presidente le hubieran correspondido, amén del aprovechamiento que pudiera obtener del ingente bagaje de información reservada, conocimientos, experiencia, contactos  y popularidad adquirida durante sus largos años en relevantes cargos políticos, de la misma manera que lo han hecho sus antecesores, reincorporándose, muchos años después, a su plaza como registrador de la propiedad en Santa Pola, como ciudadano de a pie, coloca la cuestión de la retirada de los cargos públicos en el centro del debate y, sin duda, da una lección de comportamiento cívico, dejando cojos de argumentos a todos sus anteriores detractores. Por esa sola razón, y desde un criterio de estricta justicia, hay que admitir que algo bueno tenía guardado el hombre al que tanto hemos denostado, y que, sin ditirambos ni alharacas, tenemos que alabar y reconocer. Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.

C. Díaz Fdez.
Oviedo, a 24 de junio de 2018

NOTA: Este artículo fue publicado por el diario La Nueva España de Oviedo, en su página 66, con fecha 27 de junio de 2018

sábado, 9 de junio de 2018

PREOCUPACIÓN POR EL NUEVO GOBIERNO EN ESPAÑA


CON LA MOSCA DETRÁS DE LA OREJA

El nuevo Gobierno de Pedro Sánchez en España
Acaba de aterrizar el nuevo y poliédrico Gobierno diseñado por Pedro Sánchez y, aunque la impresión es que su recorrido será breve y cargado de sorpresas, lo que sí parece seguro es que viene dispuesto a dejar huellas indelebles de su paso hasta donde sea capaz y pueda llegar. Aunque aún no han tenido tiempo de empezar a utilizar el BOE, lo que ya empieza a emanar de las declaraciones de intenciones de algunos miembros del estrenado Gabinete ministerial no es precisamente tranquilizador. La decisión tomada en el primer Consejo de “Ministras y Ministros” del pasado viernes, día 8 de junio, de levantar el control previo de los pagos de la Generalitat, dando así vía libre a que se utilicen recursos públicos para llevar adelante la hoja de ruta para la consecución de la independencia de Cataluña, tal como declaró, sin ambages, el actual presidente catalán, Quim Torra, junto con las declaraciones de la ministra de Política Territorial, Meritxell Batet, afirmando que la reforma de la Constitución es “urgente, viable y deseable” (seguramente para llevar a cabo aquella idea de Sánchez de que España es una nación de naciones) y el ofrecimiento de Pedro Sánchez a Torra de legalizar parte del Estatut que anuló el Constitucional, son asuntos muy preocupantes que suponen el primer acto de traición a los no independentistas catalanes y al resto de los españoles. La posición de la ministra de Transición Ecológica, Teresa Ribera, sobre las minas y térmicas que utilizan el carbón como combustible, que ha empezado a disparar las alarmas, especialmente en Asturias, donde ya se atisban algunos cierres con el consabido efecto sobre el empleo, es otra importante fuente de preocupación hacia este neo Ejecutivo que, de continuar en esa línea, puede empezar a despertar temores y renacer nostalgias del que se tachó como ignavo y corrupto Gobierno de Rajoy, haciendo buena la conocida frase proverbial de que cualquier tiempo pasado fue mejor.

Carmen Calvo Poyato
Menos mal que con la presencia de Carmen Calvo, aquella que fue ministra de Cultura en uno de los gobiernos de Zapatero, como nueva vicepresidenta de relaciones con las Cortes y ministra de Igualdad, la diversión la tenemos asegurada.  No es que, hasta el momento, haya demostrado tener grandes aptitudes como dirigente política y administradora de la cosa pública, pero, por el contrario, sí buenas cualidades como generadora de perlas, paridas y pifias. Algunas, entre muchas célebres, tales como: “El dinero público no es de nadie”. “Yo he sido cocinera antes que fraila”. “El cine ha perdido espectadores por culpa de la política hostil del PP”. “El español está lleno de anglicanismos”. “El Rocío es la explosión de la primavera en el Mediterráneo”. “Deseo que la Unesco legisle para todos los planetas”. “Un concierto de rock en español hace más por el castellano que el Instituto Cervantes”. “Las señoras tienen que ser caballeras, quijotas, y manchegas”, han provocado ríos de tinta junto con la hilaridad de unos y el bochorno de otros. Esto por no mencionar el lío que armó cuando, recién estrenado su anterior Ministerio, anunció a bombo y platillo que iba a quitar el IVA de los discos, teniendo que salir rápidamente a desdecirla un alto cargo del Gobierno ya que lo que proponía contravenía la legislación de la Unión Europea, o cuando en una de sus extravagantes manifestaciones dijo que le gustaba madrugar para poder pasar más rato en el baño: “allí leo el periódico, oigo la radio, oigo música y hablo por teléfono con alcaldes en bragas”. También es de nota cuando, manifestando que “los gestores de la cultura debemos hacer cosas llamativas” en defensa de esa cultura, indicó que aprovechando que Bill Gates viajaría a España para recoger el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional le pediría  el dominio de la “Ñ” en la red, sin saber que el organismo ICANN, responsable de conceder los dominios de Internet, no es propiedad de MICROSOFT, ni que Bill Gates tuviera intención alguna de venir a España. Fiel a su trayectoria, en esta nueva etapa política que acaba de estrenar, ya ha empezado a meter la pata confundiendo la “domótica con la robótica” y el “urbanismo con la urbanidad”. Y eso sólo para empezar. Ya veremos en que acaba.

En definitiva, aunque no es prudente realizar juicios de valor de forma anticipada y la razón aconseja conceder al nuevo Ejecutivo un tiempo prudencial para juzgar su gestión, la verdad es que lo que ya nos presenta es como para tener la mosca detrás de la oreja. El tiempo nos dirá hasta dónde llegará su zumbido y lo molesto que resulte.

C.Díaz Fernández
Oviedo, 11 de junio de 2018

ATENTADOS IDIOMÁTICOS

ESTULTICIA EN ESTADO PURO

Reinaba Felipe V en España, el primer rey de la dinastía Borbón que, como todo lo moderno en aquella época, procedía de París, cuando, en el año 1713, bajo el lema de “limpia, fija y da esplendor” inició su periplo la Real Academia Española, a la que posteriormente se bautizó con el apodo “de la Lengua”. Nació con la finalidad de sacudir el polvo al idioma y construir un diccionario completo del español que regulara de forma permanente y siguiera todos los movimientos de nuestro léxico. Qué lejos estaban en aquel tiempo los 12 primeros académicos que iniciaron la andadura de esa noble Institución que, 3 siglos más tarde, algunos sinecuras y peripatéticos personajes amancillaran el lenguaje que con tanto esmero fue tratado hasta entonces, desfigurando sustantivos en base a extraños sofismas con el avieso objetivo de dar un aparente mayor protagonismo al género femenino, llegando a extremos que sobrepasan el ridículo. Desde aquellos tiempos en los que la ya casi olvidada Bibiana Aído, a la sazón Ministra de Igualdad del gobierno de Zapatero, con su característico idiolecto, acuñara aquello de “miembros y miembras” en una comisión en el Congreso, hasta nuestros días, son muchas las patadas que se han dado al diccionario con el argumento de que para que haya igualdad real entre géneros es necesario referirse a todo en masculino y femenino, como si no existiese el determinante del artículo para diferenciar el sexo, cometiendo flagrante ludibrio contra las más elementales normas gramaticales de nuestro idioma.

Como todo lo malo tiene la facultad de empeorar, el cenit en cuanto a procacidad lingüística, conocida hasta el momento, ha venido de la mano del nuevo Ejecutivo de Sánchez, en el que algunos acuñaron el extraño y malsonante nombre de “portavoza” para referirse a la nueva Ministra de educación y Formación Profesional, Isabel Celaá, que, además de esta función, asumirá la portavocía del Gobierno, lo que equivale a intentar validar que la voz, cuando proviene de una fémina, se convierte en “voza”, cuestión que no es ninguna zarandaja. El problema, además de estas lamentables situaciones puntuales, está en que si no se paran a tiempo tamaños desatinos, en algún momento emergerá algún colectivo masculino que, sintiéndose injustamente discriminado, exigirá igualmente no perder protagonismo en algunas denominaciones de cuño aparentemente femenino y, por tal motivo, reivindicará el derecho a desdoblar sustantivos tales como periodista, taxista, maquinista o dentista, utilizando alternativamente los de “periodisto”, “taxisto”, “maquinisto” o “dentisto”, y así hasta un largo e interminable etcétera. En resumen, el paroxismo en términos de estulticia idiomática castellana que, con tanto orate suelto, puede conducirnos a que terminemos por malentendernos entre los propios hispano hablantes, y que, tristemente, acabemos como  la bíblica torre de Babel que se menciona en el Génesis.

Oviedo, a 12 de junio de 2018
C. Díaz Fernández

lunes, 4 de junio de 2018

CARTA DE DESPEDIDA A MARIANO RAJOY



ADIÓS MARIANO, ADIÓS

Los gloriosos tiempos de la Moncloa
Te has ido, o mejor dicho, te han echado, saliendo por la puerta de atrás, dejando al timón de España a un Presidente apoyado por un abigarrado conjunto de partidos que, junto con el Gobierno que diseñe, es bastante probable nos deparare un final de Legislatura de infarto. Sólo nos queda rogar para que el camino a recorrer hasta las próximas elecciones sea corto, que los destrozos en términos económicos y políticos que se puedan producir hasta entonces sean fácilmente reversibles, y que los españoles, en ese tiempo de transición, hayan alcanzado la madurez suficiente para acudir a las urnas con las ideas claras, sin dejarse seducir por cantos de sirena, sabiendo utilizar su sufragio de la forma más útil posible para conformar un Parlamento que pueda responder con eficacia a las necesidades reales del país y sus ciudadanos. No has tenido la generosidad de presentar a tiempo tu dimisión, tal como te aconsejaron  las personas que con más visión de Estado has tenido la suerte de tener como colaboradores, lo que hubiera abortado la moción de censura y la oportunidad de presentar un nuevo candidato de tu partido a la investidura que, en caso de no prosperar, hubiera dado paso a una inmediata convocatoria de elecciones. No cabe duda que esa habría sido la solución más conveniente para España; pero, ni siquiera en ese crucial momento, has tenido la generosidad de hacer algo útil para tu país.
Reconozco que he sido uno de los muchos españoles que, con sus votos, han hecho posible que, el pasado 26 de octubre de 2016, hayas podido solicitar a la Cámara de Diputados la confianza para que volvieras a ser investido Presidente y poner rumbo a la aún inconclusa XII Legislatura. Entendí, en aquel momento, que el programa de Gobierno con que el PP se había presentado a las elecciones era, a mi juicio, conveniente y aceptable para la situación del país y para el conjunto de los españoles. Desgraciadamente, como la alegría en casa del pobre suele durar más bien poco, en corto espacio de tiempo la primitiva confianza se tornó en desconfianza, derivando posteriormente a indignación. Los continuos incumplimientos de las promesas electorales; la postura de estafermo que has adoptado para atajar los problemas derivados del independentismo catalán; la laxitud para abordar los graves problemas que se iban destapando en tu propio partido, junto con multitud de desaciertos de gobierno que fueron deteriorando tu propia imagen personal como Presidente y, por ende, de tu propia formación política, te han hecho merecedor de un destino final que, a buen seguro, no esperabas: ser protagonista del primer desahucio democrático que se produce en el Palacio de La Moncloa.
Cuando los desatinos superan a los aciertos, el final no suele ser glorioso. Si bien es verdad que el destituido Presidente consiguió algunos éxitos, tales como sacar al país de la quiebra heredada de la nefasta gestión de Zapatero, elevando el PIB desde el negativo -1 % del  2011,  año en que se hizo cargo del Gobierno, hasta valores positivos por encima del 3% en al año 2017, y con previsiones del 2,7 para el vigente ejercicio del 2018, también lo es el hecho de que ha disparado la deuda pública hasta alcanzar valores superiores al 100 % del PIB, muy alejada del 70,5 % del año 2011, situación más que preocupante al tener que destinar gran parte de nuestros recursos al pago de intereses y amortizaciones de esa ingente deuda (más de 1,16 billones de euros a finales de 2017), limitando severamente nuestras inversiones. También podemos poner a su favor el haber conseguido reducir apreciablemente las cifras de desempleo; pero, igualmente, con el contrapunto de haber creado una precariedad laboral mediante una reducción importante de las rentas del trabajo, provocando que muchos trabajadores, aun manteniendo su empleo, se hayan visto desplazados al borde de la pobreza.
El cruel destino
La historia, que será la que finalmente juzgará al personaje, no le será favorable. Desde que Rajoy recibió, en el año 2011, el mandato de casi 11 millones de españoles, no ha habido responsabilidad que no haya eludido, ni causa que no haya traicionado. Ha incumplido de manera flagrante su propio programa electoral en materia de impuestos, pensiones, Sanidad y Educación, copago en Sanidad, lucha contra la corrupción, independencia judicial, lucha contra el aborto, abaratamiento del despido laboral, permiso de paternidad y mantenimiento del sueldo a los funcionarios, entre otros. Y todo esto  a media Legislatura. Ni que decir tiene lo que podríamos contabilizar en el supuesto de que la hubiese agotado. Después de seis años y medio en el cargo, el balance de su gestión arroja resultados auténticamente demoledores: Desde el 2011 el PP ha perdido casi 3 millones de votos, el 25% de sus apoyos, y, de acuerdo con los sondeos, si se celebrasen elecciones de manera inmediata, el resultado sería aún peor. Perdió 51 escaños y la mayoría absoluta en el Congreso, pasando de los 185 con los que contó en la X Legislatura, a los 134 de la XII última (la XI, por la incapacidad para formar Gobierno, fue una Legislatura de transición que duró  sólo 111 días). Le han desalojado de los gobiernos de Aragón, Baleares, Cantabria, Castilla La Mancha, Extremadura y Valencia, además de haber perdido la mayoría absoluta  en Castilla y León, La Rioja, Madrid y Murcia. Ha visto reducida su presencia, de forma notoria, en varios parlamentos autonómicos, quedando con la exigua cifra de 4 diputados de un total de 135 en el catalán; 33 de 109 en el andaluz; 9 de 75 en el vasco y 2 de 50 en el navarro, con el añadido de haber perdido buena parte de las alcaldías de las capitales de provincias y ciudades más importantes. A pesar de disponer de una mayoría absoluta, y haber censurado fuertemente desde la oposición las políticas de Zapatero, no derogó ni una sola de las leyes ideológicas aprobadas por aquel, desde la infame Ley de Violencia de Género, que consagra la desigualdad jurídica, pasando por la Ley de barra libre del aborto hasta la cainita y totalitaria Ley de Memoria Histórica que vino a despertar pasadas rencillas entre los españoles, que ya se habían dado por superadas. Actuó de forma torpe y cobarde en el conflicto con la Generalitat de Cataluña ante la reclamación presentada para la devolución de los llamados “Papeles de Salamanca”, trasladados a Barcelona mediante una ley aprobada por el Gobierno de Zapatero en  2005, que supusieron el desmantelamiento del valioso Archivo de la Guerra Civil Española, y que, finalmente, se zanjó mediante sentencia del Tribunal Constitucional en 2013. No hizo nada desde el Gobierno para aclarar el golpe de Estado del 11 M, a pesar de las inmensas lagunas y contradicciones que rodearon a este luctuoso hecho denunciadas por diversos medios de comunicación. Mantuvo la hoja de ruta de negociación con ETA, negándose a publicar las actas de estas negociaciones en un claro incumpliendo de lo que había prometido, a este respecto, en la campaña electoral. Permitió que BILDU, SORTU y AMAIUR siguieran en las Instituciones estatales, autonómicas y locales, legitimando de facto el brazo político de ETA y que los pro etarras pudieran seguir gestionando a su antojo centenares de millones de euros de dinero público, amén de poder acceder a los datos personales de una buena parte de los habitantes del país vasco. Movió todos los hilos posibles para liberar a Bolinaga, asesino múltiple y cruel torturador de Ortega Lara, como gesto de cara a la negociación con ETA, mintiendo a la opinión pública sobre su estado de salud y presentándolo como un enfermo terminal que se mandaba a casa a finalizar sus últimos días, cuando, curiosamente, se pasó dos años y medio disfrutando de libertad, riéndose descaradamente de todos mientras tomaba chiquitos por Mondragón. Procedió a efectuar una amnistía encubierta a los más sanguinarios etarras escudándose en una sentencia de Estrasburgo que no teníamos obligación de cumplir de manera automática, y mucho menos con carácter general, dejando de paso en libertad a violadores en serie y pederastas, muchos de ellos no rehabilitados, con absoluto desprecio a los evidentes riesgos que esta medida llevaba implícita. La consecuencia es que varias mujeres fueron violadas pagando un alto precio por la excarcelación de estos psicópatas, todo porque necesitaba una excusa para liberar a los etarras, que, a la postre, era el fin que perseguía. Permitió que en numerosos pueblos del país vasco se celebraran, de forma continuada, homenajes a etarras, con absoluto desprecio a las disposiciones legales que regulan este hecho como delito (art. 578 de la Ley Orgánica 10/1995). Procedió a un vergonzoso reparto del Consejo General del Poder Judicial, incumpliendo de modo frontal el  programa electoral y dando presencia a CIU, PNV e IU en el órgano de gobierno de los jueces. Mantuvo intacto el ruinoso Estado de las Autonomías y la estructura clientelar de la Administración del Estado, lo que ha llevado a que nuestra deuda sea la más alta de la historia democrática. Rescató a las Cajas de Ahorros, que habían sido  quebradas por los propios políticos, mientras que a los ciudadanos de a pié nos crujía a impuestos. No movió ni un dedo para garantizar que se pudiera estudiar en castellano, con libertad, en toda España, tolerando todos los abusos que se cometieron impidiendo el ejercicio de ese derecho. Financió con generosidad el golpe de Estado separatista en Cataluña, permitiendo que el dinero de todos los españoles fuera a redes de embajadas que actuaron contra los intereses de España. Ha permitido el mantenimiento de televisiones públicas que sólo son altavoces al servicio del separatismo, así como asociaciones cuyo objetivo declarado es la destrucción de la nación y la Constitución. Permitió la celebración de dos referendos ilegales de secesión en Cataluña, a pesar de haber prometido expresamente que no se celebrarían, llegando incluso a negar posteriormente el hecho de su existencia. Consintió que los separatistas arrastrasen por los suelos nuestra imagen exterior, lo que contribuyó a que Europa, siguiendo el principio de que te respetan en la medida que te temen, no nos tome en serio negándose a entregar a los responsables de un golpe de Estado. Prometió aplicar el 155 como respuesta al golpe de Estado separatista perpetrado en Cataluña, cuando únicamente lo usó para la convocatoria inmediata de elecciones y, como resultado, volver a dejar vendidos a los catalanes no separatistas, amén del agravante de haber mantenido en sus puestos a decenas de altos cargos separatistas, dejando intacta la estructura del golpe dentro de la Administración catalana. Finalmente, como si se tratara de un último gesto de despedida, rescató a los separatistas catalanes permitiendo que volvieran a nombrar un nuevo Gobierno golpista y que, por tanto, se levantase el 155, todo en pro de que el PNV le apoyara los Presupuestos Generales del Estado para 2018. Cualquier cosa, con tal de mantenerse un poco más de tiempo en La Moncloa.
Goodbye for ever
A pesar de que se podría añadir bastante más a esta lista de despropósitos y felonías anteriormente expuestas, propias de un auténtico trilero de la política, creo que lo  indicado ya es suficiente para catalogar, en su justa medida, sin condicionamientos políticos ni cargas emocionales añadidas, a este peculiar personaje que ha dejado a España en general, y a la derecha en particular, como un solar en ruinas, y a su propio partido tan profundamente hundido que probablemente tardará mucho tiempo en salir a flote. 
Aunque no es noble alegrarse de los males ajenos, ni hacer leña del árbol caído, en el caso Rajoy, que pasará a la historia como un Presidente expulsado por corrupto, me parece justo hacer una excepción. Ha hecho méritos sobrados para ello; pero, en cualquier caso, haciendo gala de la generosidad que él nunca tuvo, creo que podemos despedirle con un simple aunque contundente adiós: ¡Váyase en paz y que no volvamos a verle nunca!
Oviedo, 4 de junio de 2018
C. Díaz Fernández


➤PD.

Curiósamente, lo que no hizo el jueves, 31/05/18, durante la moción de censura que se estaba debatiendo en el Congreso, que hubiera sido dimitir como Presidente del Gobierno, para posteriormente hacerlo del PP, que es lo que una buena parte de sus colaboradores, militantes y simpatizantes esperaban, lo hizo el martes, 05/06/18, sólo 5 días después. Una vez más, ha antepuesto sus intereses personales a todo lo demás. En su speech de despedida ante los suyos, que le aplaudieron hasta con las orejas, incluso con algunas lágrimas furtivas, aunque por dentro los sentimientos fueran bien distintos, le traicionó su ego al decir que dimitía por su bien, por el del partido y por España. Primero él, claro. Posteriormente, quizás dándose cuenta del desliz, corrigió diciendo que lo hacía por el bien del partido, por el de él y por España. A pesar de ello, siempre España en último lugar, que es lo que siempre hizo.