Muchacha en una ventana (Salvador Dalí 1925)

viernes, 26 de noviembre de 2010

EL HOMBRE Y EL PERRO


Aunque el primer ser vivo con apariencia de perro que se conoce sobre la Tierra data del  Oligoceno (época en la que los mamíferos ya se habían establecido como forma de vida terrestre dominante), hace unos 30 millones de años, lo más probable es que el primer perro doméstico tenga poco más de unos 12.000 años y sea descendiente del Canis lupus (lobo), producto, a su vez, de una larga evolución de este género. Dado que es bastante aceptado que los seres humanos modernos pertenecemos a la especie de “Homo sapiens sapiens” y que los primeros miembros de esta rama están fechados entre 40.000  y 50.000 años antes de nuestra Era (después de superado un período de evolución de más de 4 millones de años), es obvio que el hombre tardó bastante tempo en disfrutar de la compañía del perro, quedando, a partir de aquí, ligado a su historia.

Desde el primer momento en que el hombre descubrió las potenciales habilidades de este animal, así como la utilidad que se podría obtener de ellas, le convirtió en un compañero de viaje imprescindible, con distintas clases de suerte, claro está, para el perro. En este arte de sacarle el máximo partido, en beneficio del humano, fueron pioneros los egipcios, quienes iniciaron la cría a estos animales de manera formal, diversificaron su especie, y emprendieron una labor educativa de adaptación para que pudiera desarrollar distintos tipos de tareas, dentro de un continuo proceso evolutivo que ha llegado hasta nuestros días, aunque ya en tiempo de los romanos existían la mayor parte de las formas, tamaños y características de los perros actualmente conocidos.

Sería casi interminable, y no es el objeto de este breve comentario, citar la gran cantidad de razas caninas que actualmente existen (solo la FCI - Federation Cynologique Internationale - reconoce aproximadamente unas 700 clases distintas), ni la innumerable cantidad de servicios que, a lo largo de los años, ha prestado el perro al hombre, desde la simple compañía hasta los más sofisticados y especializados trabajos que actualmente desarrollan los perros policías, pasando por la granja, el pastoreo, la caza, la guía, la guardia, la defensa, el mundo del espectáculo, etcétera. Toda esta impresionante y brillante trayectoria protagonizada por estos inestimables animales no siempre ha sido suficientemente reconocida ni adecuadamente agradecida por los humanos, habiendo sido objeto de innumerables abusos, maltratos, abandonos y hasta torturas. Miserable recompensa la recibida de quienes se reconocen a sí mismos como “seres racionales”, y a quienes han dado tanto a cambio de tan poco. No basta con escudarse en la idea de que no son muchos los casos en los que se cometen semejantes tropelías, aunque tampoco son escasos, y que los extremos son excepcionales. Sería suficiente con que existiese uno solo para que mereciese la más enérgica condena.

Se habla bastante en estos días, y ha sido noticia recogida  ampliamente  por los medios españoles, de la muerte violenta de una persona adulta a manos de dos perros de una de las razas consideradas como peligrosas. Por desgracia, en España, en lo que va de año, ya  llevamos 10 muertos por esta causa, amén de un buen número de heridos, algunos de los cuales de cierta consideración, aumentando, de forma muy importante, la trágica estadística arrastrada de los años anteriores. Ante esta realidad, cabe preguntarse varias cosas: ¿Cómo es posible que un animal, considerado como el mejor amigo del hombre, y que tantos y tan estimables servicios le viene prestando, sea, a su vez, causa de semejantes tragedias? ¿Qué está sucediendo y como podría evitarse? Las respuestas a estas cuestiones son bastante sencillas, y las soluciones suficientemente claras;  asunto distinto es que se apliquen.

No se debe olvidar que, ante todo, el perro es un animal y, como tal, actúa de acuerdo a lo que le han enseñado. Si tenemos en cuenta, como es sobradamente conocido, que para la instrucción de los denominados perros peligrosos se emplean, no pocos veces, métodos violentos que aumentan la agresividad natural de estas razas, ya de por sí  dotadas de unas características morfológicas especialmente concebidas para el ataque y la defensa, el resultado no puede ser otro que la obtención de unos especímenes semisalvajes, de comportamiento inestable y reacciones imprevisibles, provistos de un acusado nivel potencial de peligro. El hecho de que algunas de las víctimas de estos animales hayan sido sus propios dueños, o personas del entorno familiar donde se había criado el perro, confirma  sobradamente esta teoría y orienta hacia las pautas a seguir para minimizar el riesgo.

En España, desde marzo de 2002, existe un Real Decreto que ofrece un listado de las razas potencialmente peligrosas, regula el manejo y adiestramiento de estos animales y establece el marco legal al que deberán atenerse sus propietarios. El problema, como casi siempre, está en que ni se respeta en su integridad la ley, ni las autoridades encargadas de hacer que se cumpla ponen excesivo celo en ello.  El resultado queda confirmado por los hechos: ni se ha reducido la cantidad de perros peligrosos que están dispersos por nuestra geografía, ni tampoco se han reducido los accidentes provocados por estos animales. La triste conclusión es que, a pesar del Decreto, y a la vista de los antecedentes, en materia de seguridad apenas hemos dado un paso; pobre balance para un asunto que afecta, de manera tan decisiva, a la integridad física de las personas. La solución, si es que existe la suficiente sensibilidad al problema y la necesaria voluntad política para erradicarlo, tendrá que pasar, al menos, por las fases siguientes: Exigir de forma estricta el cumplimiento de la normativa vigente, dando mayor extensión y frecuencia a las inspecciones en esta materia; incrementar de forma paulatina las exigencias legales para la tenencia de animales peligrosos y el cuadro de sanciones para los infractores (actuaría como disuasorio para aquellos que tengan a estos perros por mero capricho y, en todo caso, obligaría a extremar su cuidado); prohibir, en primera instancia, la cría doméstica de las razas que manifiestamente ofrezcan el mayor nivel de peligrosidad, extendiendo, de forma progresiva, esta medida a los siguientes niveles (no se perdería nada por ello, ya que podrían ser sustituidos por otros más manejables y seguros, y se evitarían, de esta sencilla manera, muchos disgustos. No se trata, por tanto, de aplicar la máxima de que  ”muerto el perro se acabó la rabia”, sino de evitar que animales de características más próximas a las fieras puedan convivir con el hombre en el ámbito doméstico). Cualquier medida que se tome para evitar una sola muerte más, estará completamente justificada.

El problema, en definitiva, no está en el perro, sino en el hombre. Cuando veo los clásicos carteles colgados a las entradas de algunos espacios particulares exhibiendo   la conocida leyenda de “cuidado con el perro”, pienso que, aunque no esté de más esta advertencia, tampoco sobraría que se completase con otra en la que rezase “mucho cuidado con el dueño”,  o  ¿es que ya queda implícita en la primera? Tal vez así sea.

C.Díaz Fdez. 
Oviedo, 25 de noviembre de 2010 




jueves, 25 de noviembre de 2010

THE MAN AND THE DOG


Although the first living creature that looks like dog that is known about the land dates from the Oligocene (at the time that mammals were already established as dominant terrestrial life form), about 30 million years, most likely the first domestic dog has just over 12.000 years and is descended from canis lupus (wolf), product, in turn, of a long evolution of this kind. Since it is quite accepted that modern humans belong to the species Homo sapiens sapiens "and that the first members of this branch are dated between 40.000 and 50.000 years before our Era (after a period of evolution passed over 4 million years), it is obvious that the man took a very long time to enjoy the companionship of the dog. running, from here, linked to its history.

From the first moment when man discovered the potential abilities of this animal, and the utility could obtain them, made him an indispensable travel companion, with different kinds of luck, of course, for the dog.   The first to master the art of getting the maximum benefit to man the dog was the Egyptians, who began breeding these animals in a controlled, diversified its kind, and engaged in educational work to adapt them so that they could develop different types of tasks, within a continuous evolutionary process that has reached our day, even in Roman times were most shapes, sizes and characteristics of the dogs currently known.

Would be almost endless, and not the subject of this brief comment, cite the large number of breeds that currently exist (only the FCI - Federation Internationale Cynologique - recognizes approximately 700 different classes), or the myriad of services to over the years has given the dog to man, from a simple company to the most sophisticated and specialized work currently carried out police dogs, plus many others such as the farm, herding, hunting, guide, guard, defense, entertainment, and so on.  All this impressive and successful track record developed by these priceless animals has not always been sufficiently recognized or adequately appreciated by humans, having been subjected to numerous abuses, mistreatment, neglect and even torture. Miserable reward received from those who recognize themselves as “rational beings”, to which these animals have given so much for so little. Not enough to hide behind the idea that there are not many cases in which such outrages are committed, although they are not scarce, and the ends are exceptional.  Would be sufficient if there were a single case of abuse that this one is worthy of the strongest condemnation.

Talked a lot in these days, and has been widely reported by news spanish media, the violent death of an adult at the hands of two dogs of the breeds considered dangerous. Unfortunately, in Spain, so far this year, we've been 10 deaths from this cause, in addition to a number of wounded, some of them with some consideration, increasing, very importantly, the tragic statistics drawn from previous years. To this reality, several things may wonder: ¿How is it possible that an animal, considered man's best friend, and so estimable services has been providing  to humanity, may be, in turn, causes of such tragedies? ¿What is happening and how can it be avoided? The answers to these questions are quite simple and solutions that colud be applied sufficiently clear; different matter is that these are implemented.

Should not be forgotten that, above all, the dog is an animal and, as such, act according to what we have taught. If we consider, as is well known,  that in the teaching of dangerous dogs are used, not a few times, violent methods which increase the aggressive nature of these races, already endowed with morphological characteristics especially designed for attack and defense, the result can not be other than obtaining a semi-wild specimens of unstable behavior and unpredictable reactions, charged with possession of a potentially dangerous level.  The fact that some victims of these animals were its owners, or persons of a family environment where he had raised the dog, amply confirms this theory and oriented towards the steps to follow to minimize risk.

In Spain, since march 2002, there is a Royal Decree that provides a list of potentially dangerous breeds, regulates the management and training of these animals and establishes the legal framework to be observed by their owners. The problem, as almost always happens, is in the low compliance with the standards established by the parties responsible for this and the passivity of the authorities in their demand. The result is confirmed by the facts: nor has reduced the amount of dangerous dogs that are scattered throughout our country, nor have reduced accidents caused by these animals. The sad conclusion is that, despite the decree, and in view of the background, we have not taken any step in safety;  poor balance to an issue that affects so as crucial to the physical  integrity of persons.  The solution, if there is sufficient sensitivity to the problem and the necessary political will to eradicate it, would have to spend at least under the following: Require strict compliance with current regulations, giving greater extent and frequency to inspections in this area; gradually increasing the legal requirements for possession of dangerous animals and the table of penalties for violators (act as a deterrent for those who have these dogs by whim and, in any case, the extreme force care); to prohibit, in the first instance, breeding, in the domestic environment, of the races that clearly offer the greatest level of hazard, extending, progressively, this measure at the following levels (do not miss anything about this because these may be replaced by others that are more manageable and secure, and avoid, in this simple way, many troubles. Is not, therefore, to apply the maxim that "dead dog rabies is over", but to avoid that feature animals closer to the beasts can live with the man in the home). Any measure taken to prevent one more death will be fully justified.

The problem, ultimately, is not in the dog, but sure is in the man. When I see the classic signs hung at the entrances of some particular spaces exhibiting the well-known legend of "beware of the dog", I think, although it may be correct this warning, should be complemented by another that is also indicated "very careful with the owner”, or ¿is it already implicit in the first? Maybe so.

Note: I apologize for possible mistakes in the English version. I an not expert in this language, but I promise to improve. Thank you very much for your understanding.

C. Díaz Fdez.
Oviedo, to november 25, 2010  

miércoles, 17 de noviembre de 2010

NUEVO "GENTLE ART"

ARTE DE NUEVA EXPRESIÓN

    Después de vistas y analizadas las obras de los nuevos y consagrados “genios” de la pujante escuela conocida como arte contemporáneo (Pop Art, Expresionismo Abstracto, etcétera), y consideradas las millonarias cotizaciones dolarizadas que, lienzos tan “elaborados” como “Coca Cola 4” , “Sin título”, “Ice Crean Soda”, entre otros, han alcanzado en afamadas casas de subastas americanas, tales como la Phillips de Pury & Company, así como la gran acogida que museos como el MoMa de Nueva York, la National Gallery de Washington o el Ludwig de Alemania han dado a esta extraña forma de entender la expresión artística, creo que es el momento oportuno para dar a conocer y poner en valor otra forma distinta, aunque no menos importante, de concebir el arte pictórico desde otro plano y otra óptica más afable y delicada: el “Gentle Art”. No cabe duda, que esta nueva corriente, al carecer de la enorme maquinaria mediática alimentada y dirigida por los sectores más directamente implicados e interesados en este fabuloso negocio, tardará algún tiempo en ocupar una plaza relevante en este selectivo mercado, pero, a poco que se impulse, seguro que terminará por hacerse un hueco en este particular Olimpo. Los precios, mucho más razonables y asequibles, de las primeras obras que se pongan a disposición de los coleccionistas de este nuevo género, seguro que serán un buen atractivo para empezar a tomar posiciones.

    A título de ejemplo, incluyo solo algunas obras significativas del nuevo “Gentle Art” que, si recibiesen un tratamiento similar al que se otorga a las anteriormente mencionadas, podrían, a medio plazo, alcanzar las mismas altas cotas de cotización que estas. A falta de otras razones objetivas, cabe pensar, que la consecución del éxito en este esotérico mundo del arte, es todo cuestión de imaginación y, cómo no, de una buena dosis de picaresca. Así empezó todo.


"Astral confusión" (Iree 0506)

"Color maze" (Lys 1104)






































"Fox temptation" (Lys 0203)







"Spring" (Iree 0408)


"Meditation" (Lys 1205)



























































"Rainbow" (Lys0204)






"Sprout" (Iree 0606)



     Algunos comentarios críticos sobre las pinturas anteriores:


“Astral confusión”
Una visión abstracta de una lluvia de cometas en completo desorden. Sorprende el efecto de la inteligente interconexión de los colores  que transmiten toda la grandeza del cosmos.

“Color maze”
La autora juega con el color para atrapar al sorprendido espectador en un indescifrable abanico, transmitiéndole, al tiempo, una sensación de paz y equilibrio emocional.

“Fox temptation”
Una alegoría a la conocida fábula de la zorra y las uvas, que retrotrae a tiempos pretéritos, creando la sensación de nostalgia que transmite el discurrir de los años

“Spring”
Agradable y pacífica estampa cargada de luz y suaves colores, que nos introduce en una incipiente, soleada y florida primavera, creando un estado de ánimo muy positivo.

“Meditatión”
Una obra con la profundidad de los agujeros negros espaciales, que atrapa al espectador incitándole a la reflexión sobre el infinito y la transcendencia del ser humano.

“Rainbow”
Representa toda la magnificencia de un fenómeno óptico meteorológico como el arco iris, con la armonía de los siete colores en que se descompone la luz blanca, combinados y entrelazados magistralmente en una perfecta sinfonía de luz y color.

“Sprout”
Magnífica y magistral representación de un brote floral de inicio de primavera, revestido de una particular y original belleza, que inclina el pensamiento hacia la grandeza de la creación.

    Cabe indicar que, al día de hoy, ninguna de las obras aquí expuestas supera la cifra del “millón de dólares”; una auténtica bagatela, si se compara con las fabulosas cotizaciones que recientemente han alcanzado otras de igual o menor “valor real”, y más que discutible calidad, catalogadas dentro de algunas tendencias del denominado arte contemporáneo, en una, parece ser, alucinante carrera por alcanzar un nuevo y estúpido récord.


   
C.Díaz Fdez. 

                                                                                                                     Oviedo, 17/11/2010


viernes, 12 de noviembre de 2010

RENTABLE ESTUPIDEZ


       Es muy posible que la estupidez haya estado asociada al ser humano desde el principio de los tiempos, y más que probable que siempre haya sido utilizada por los más avispados como una buena oportunidad para conseguir, a costa de los demás, muchos de sus propósitos. No es, por tanto, una tara que se haya instalado recientemente en nuestra sociedad, sino un invisible estigma incrustado en nuestra genética desde los tiempos de Adán y Eva, probablemente unido a otros males que Dios les aplicó, a título de castigo, al expulsarlos del Paraíso, o, si se prefiere, para los más proclives a la teoría de Darwin, un antecedente heredado de los monos. Ya Albert Einstein, considerado como el científico más relevante del siglo XX, había hecho una reflexión a este respecto, llegando a afirmar que solo dos cosas son infinitas, el universo y la estupidez humana, estando más seguro de lo segundo que de lo primero. No hace falta más que observar el diario devenir de los hechos, usos, costumbres y comportamientos de nuestra especie, para poder aceptar, sin demasiadas reservas, esta proposición como un axioma.

Pablo Picasso
       El Expresionismo de Erich Heckel,  el Cubismo de Picasso o  el Surrealismo de Salvador Dalí, entre otros, entendidos como deformaciones oníricas de la realidad, difícilmente interpretables más allá de la imaginación de sus propios creadores, y cuyas obras fueron y son ensalzadas y bendecidas con fruición hasta por los que no alcanzan a ver, ni mucho menos a entender, su contenido, solo por temor a ser tachados de necios o incultos, son ejemplos palmarios de la sabia utilización de la estupidez de los mortales para alcanzar la gloria terrenal de unos a costa de la candidez y estulticia de otros, amén de la obtención de pingües beneficios para  mayor satisfacción de todos los directamente involucrados en este más que lucrativo negocio

"Sin Título"
     Viene todo lo anterior a colación de los astronómicos e inexplicables excesos que, a juicio y razón de  una mente lógica y normal, se están cometiendo en las cotizaciones de algunas obras subastadas recientemente en las más afamadas galerías de arte del planeta Tierra, y que, desprovistas del tirón mediático de sus autores, amén de la inteligente y bien dirigida labor de marqueting desarrollada por sus tenedores, tendrían dificultad para ser colocadas en cualquier modesto rastro por unos pocos euros. La obra de Andy Warhol, padre del llamado Pop Art (movimiento artístico que se caracteriza por el empleo de imágenes de la cultura popular, tales como anuncios publicitarios, cómics, etcétera), titulada “Men in her life”, que representa una sucesión de fotogramas con el denominador común de una dama, como si se tratase de una tira cinematográfica, subastada en Nueva York por más de 63 millones de dólares; el lienzo titulado “Coca Cola 4”, del mismo autor, que reproduce una simple botella  de esa bebida, junto al anagrama comercial de la marca, adjudicado por 31,5 millones de dólares, así como la extraña obra “Sin título”, de Mark Rothko, miembro del llamado expresionismo abstracto estadounidense, que, a criterio del director de arte contemporáneo de Sotheby´s, hace sentir de una manera muy obvia el sol a través de sus tonos amarillos y rojizos y transmite una gran energía positiva (declaraciones, supongo, realizadas en un momento de profunda alienación freudiana), y que, sin otras referencias, perfectamente podría tomarse por la obra de un anónimo escolar practicando con su caja de acuarelas, vendida en 20 millones de dólares, son, por mencionar solo algunos ejemplos, claros exponentes de lo anteriormente manifestado.


"Coca Cola 4"
       No es fácil de entender, sin recurrir a la acertada reflexión del científico alemán citado, como se pueden atribuir tan desorbitados valores a cosas tan banales, al tiempo que se menosprecian otras tan importantes como la abnegada labor de tantas personas que, con su diario quehacer, muchas veces precariamente retribuido, hacen que el mundo funcione, progrese y avance. No se debería tolerar, desde el más elemental concepto de justicia, que se dediquen tan ingentes cantidades de recursos económicos a tan extravagantes veleidades, la mayoría de los casos por absurdos caprichos personales, mientras millones de semejantes no tienen cubiertas ni siquiera sus necesidades más vitales.


C. Díaz Fdez.
                                                                                Oviedo, 12 de noviembre de 2010 

lunes, 8 de noviembre de 2010

PARA OLVIDAR

VERGÜENZA AJENA

    Sí, vergüenza ajena es lo que, en este  momento,  debe sentir cualquier español con un mínimo de sentido común y una mínima capacidad de raciocinio, ante la impresentable actitud del Presidente del Gobierno y el bochornoso espectáculo que algunos individuos protagonizaron con ocasión de la visita que Benedicto XVI realizó el pasado fin de semana a Santiago de Compostela y Barcelona. No se puede estar más desafortunado, en el primer caso, ni se puede dar una imagen más deplorable en el segundo.

    Se puede estar más o menos de acuerdo, y hasta en total desacuerdo, con lo que hoy día representa la Iglesia Católica en el mundo. Se puede censurar, con la máxima dureza, a aquellos miembros de esta comunidad que, amparados por la hipotética impunidad que les confería el hábito, han cometido toda serie de desmanes y tropelías, con la complicidad, por activa o pasiva, de las jerarquías eclesiásticas que debían haber puesto freno a tamaños desatinos; pero tampoco se debe olvidar la labor abnegada de otras personas, no pocas, que, bajo la misma bandera, han estado y están entregando sus vidas en favor de los demás, sin pedir nada a cambio, movidas solo por la fe y su amor al prójimo.  Se puede ser creyente, agnóstico, ateo o lo que pinte, aceptar o discrepar sobre unos principios, converger o divergir con un determinado credo, aceptar o rechazar una idea, etcétera; todo ello lícito, sin duda, siempre que se haga con las formas debidas y desde el más elemental respeto a los que piensen o actúen de otra forma. Aquellos que tratan de defender una postura sin más argumentos que el ruido, con ultrajes y agravios, atropellando a los que no la comparten, y, además, lo hacen proclamando su libertad, manifiestan, de manera inequívoca, que son los que menos la merecen.

Las manifestaciones de Santiago, protagonizadas por un grupo regionalista bajo la pancarta de “Galicia Laica”, pretendiendo transmitir su malestar por el oneroso dispendio  que, para las arcas de la Xunta, ha supuesto la visita del Pontífice, ignorando los beneficios económicos que de ella se derivarán para la ciudad, sin duda muy superiores a los gastos (se calcula que la cobertura de televisión alcanzó a más de 150 millones de espectadores), han puesto en evidencia el radicalismo y la ceguera de sus promotores. En nombre del laicismo, ¿por qué no piden que se cierre la Catedral? ¿Cuántos negocios cerrarían en Santiago, y en cuanto se reduciría el potencial turístico de la ciudad sin el tirón del Apóstol? Juguemos limpio o no juguemos. En cuanto a Barcelona, y en otra línea, lamentable y grotesca la actitud del grupo de gays que, ayudados por un quídam italiano, “payaso” de profesión (como si no tuviésemos en España “payasos” suficientes para estas sandeces) protagonizaron las escenas más obscenas de cuantas jalonaron la visita papal. Por último, qué decir de nuestro Presidente que, ni sabe ser, ni sabe estar. La torpeza de su ausencia en unos actos de obligada asistencia, descalifica, si no lo estaba ya suficientemente, a quien no está preparado para manejar el rumbo de la nave que los españoles, los que quisieron y los que no, pusimos en sus manos. El mísero “despacho” que, a toda prisa, hizo al Papa en el aeropuerto, no salva ni siquiera los muebles.

    El sucesor de San Pedro, que representa a más de mil millones de creyentes, se merece, sino la admiración de algunos, al menos el respeto de todos. España, como nación, con un alto porcentaje de católicos, debería de haber dado una mejor imagen al mundo. Se ha perdido una buena ocasión. Esperamos que sea la última.

C. Díaz Fdez.
Oviedo, a 8 de noviembre de 2010

domingo, 7 de noviembre de 2010

LA VIDA VISTA DESDE UNA COLA


Por: Constantino Díaz Fernández

 
    Desde los más lejanos tiempos perduran en mis recuerdos las largas filas de personas que, por una u otra razón, permanecían, en ordenada y protocolaria cola, esperando su vez para acceder a un producto o servicio, desde los más elementales, como podía ser esperar a ser atendidos para recoger el pan con su cartilla de racionamiento en la mano, hasta los más solaces, como aguardar su turno para adquirir una localidad que les permitiera el acceso al cine, teatro, circo etcétera, pasando, claro está, por un sinfín de casos intermedios. Año tras año, infancia, adolescencia, juventud y madurez, he visto como la gente ha venido arrostrando con esta impuesta costumbre que, a fuerza de ejercicio, se ha convertido en práctica habitual.

     A mi manera de ver y entender, la necesidad de “ponerse a la cola” para casi todo, siempre me ha parecido más una forma de humillar que de dignificar al ser humano, acercándolo más al ser irracional que al reconocimiento de sus valores. No es que no admita, de forma frontal e irreflexiva, que el aguardar un turno para acceder a algo concreto, en un momento determinado, sea necesario; lo que no es admisible es que las personas, además de perder gran cantidad de su tiempo disponible, siempre escaso, se coloquen en fila india, como si de borregos se tratara, para tener acceso a  aquello que precisen,  que, o bien les pertenece por derecho, o bien van a pagar religiosamente por ello. El hecho de que cuando se pregunte a alguien por algo, se le conteste con un “póngase a la cola”, es ya de por sí denigrante.

     Siempre había creído, y esperado, que la modernización de la gestión, en todos sus aspectos, apoyada por el impulso de la informática y las nuevas tecnologías, podría terminar con las viejas y anacrónicas colas, haciendo el ejercicio de esperar turno, cuando fuese necesario, mucho más racional, ético y estético; pero, para mi frustración, la realidad ha venido a dar al traste con mis esperanzas y, hoy día, a pesar de estar ya bastante introducidos en el siglo XXI, aún no nos hemos liberado de este mal; es más, parece que estamos volviendo al principio.

     Puedo apoyar lo anteriormente indicado con un simple ejemplo de un día normal, acompañando a mi esposa en unas gestiones bastante cotidianas:

<> A primera hora, cita con enfermería en su centro de salud (solo necesitaba una toma de tensión arterial). La espera se prolongó en más de una hora; no parece que sea excepcional pues la anterior visita ocurrió lo mismo. Acto seguido, a formar cola para pedir cita para el médico: total 20 minutos. Posteriormente, a realizar una gestión simple al banco; como no había ningún gestor disponible en ese momento (también tienen derecho a tomar el café, tocó esperar 30 minutos. Acto seguido a realizar la compra en un supermercado: cola para coger el pan; cola para coger la fruta; cola para el pescado (eso sí todo con el número en la mano), y por último cola para pasar por la caja registradora. En total, para coger 6 artículos, que se despacharon en unos 15 minutos, el tiempo total empleado aproximadamente 1 hora. En resumen, que para lo que solo se hubiesen necesitado algo más 40 minutos, se requirió emplear más de 3 horas y 15 minutos. Menos mal que ha sido un día de pocas necesidades, que si hubiese sido uno de los más ocupados no nos hubiese quedado tiempo ni para comer. Si extrapolamos esto a todos los días del año en los que tenemos que hacer algo más o menos parecido, los resultados que arrojaría serían sorprendentes, llegando a la triste conclusión de que pasamos una parte muy importante de nuestra vida de forma absurda e irracional.

           No se trata de exacerbar las cosas, pero creo que el tema merece, cuanto menos, una reflexión. Si solo una pequeña parte del tiempo que se pierde, de forma tan absurda y lamentable, se emplease en algo productivo, seguro que podríamos elevar nuestro PIB en algunos enteros, y, además de evitar que la gente se vuelva cada vez más feróstica, mejorar nuestra calidad de vida, consiguiendo un mejor estado de ánimo y bienestar. Si se cree que ello es conveniente y necesario, ya habremos dado el primer paso en conseguirlo.


Oviedo, a 2 de octubre de 2010
 

jueves, 4 de noviembre de 2010

PARA ASUSTAR


    Desde Asturias (España), se acaba de crear una nueva unidad monetaria de cambio: “El Angulo. Se trata de una unidad virtual, no acuñada, de momento, por ningún banco emisor europeo, pero que, desde este momento,  podría ser empleada para las transacciones  que se realicen con un alto importe económico. El valor del angulo, a fecha 03 de noviembre de 2010, quedó fijado en la ilustre lonja de pescados de San Juan de La Arena, y hace referencia a la cotización de los primeros kilos de angulas capturados en la Ría del Nalón: 2.113,00 € el kilo (2.958 dólares USD o 1.845 libras GBP).


     No puedo asegurar si el nuevo valor monetario influirá psicológicamente, de forma positiva,  en la activación de las compras, dado que puede dar la sensación de que todo se ha vuelto más barato: un piso medio de 200.000,00 €, quedaría en poco más de 94 angulos y un buen coche de gama media-alta, que, actualmente, podría situarse en torno de los 50.000,00 €, se podría adquirir por poco más de 23 angulos; hasta el, desde ahora más famoso, cuadro de “La belle Romaine” de Amadeo Modigliani, subastado recientemente en Nueva York por la astronómica cifra de 68.962.500,00 dólares, se quedaría en la modesta cantidad de 32.608,00 angulos, que, dicho de esta manera, ya parece otra cosa. Lo que si me aventuro a afirmar, sin resquicio de duda, es lo burlados, escarnecidos y ninguneados que se sentirán los sufridos mileuristas al ver reducidos sus emolumentos a menos de 0,50 angulos/mes, y lo triste que les resultará pensar que necesitarán dedicar el salario de toda una semana para poder darse el gusto de tomarse una simple ración de angulas. No digamos nada de los más de 78.000 parados actualmente registrados en Asturias, por no decir los 4.500.000 parados que, como mínimo, tenemos en España, viviendo, muchos de ellos, en una situación económica límite.

     No es de recibo, ni serio, ni ético, ni siquiera estético, dar una imagen pública de derroche con este tipo de dispendios, ni aun bajo la disculpa de utilizar para ello  recursos particulares, máxime en la delicadísima situación económica que estamos atravesando, con tantas familias, muchas por desgracia, que, con una economía de supervivencia,  apenas tienen para poder llegar a fin de mes. No es tiempo de hacer este tipo de ostentaciones, que pueden herir la sensibilidad de los más débiles, sino de dar ejemplo de austeridad,  guardando los fondos y las formas. No se pueden permitir este tipo de frivolidades, ni siquiera de forma excepcional.

C.Díaz Fdez.                                                                                            
Oviedo 04/11/2010